PÉTALOS DE ROSA

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¿Dónde los deje?, déjame empezar de nuevo

-Sí - conteste - Él es mi hijo.

- Me llamó la atención - contestó ella. -El parecido es asombroso.

Yo tenía que seguir sonriendo, nada parecía afectar a mi amante. Debo estar sonriendo, simplemente porque esto es muy cerca de la primera vez que he pensado de Camila como mi amante, mi futura reina, en lugar de referirse a ella como mi esclava. Incluso en mis pensamientos, siempre fue una esclava, pero no más.

Sentí su mano en mi antebrazo.

-Lauren, yo no sabía que tenías un hijo. - dijo

- Ese era el plan - le contesté. Me aparté de la ventana - Lo siento, amor, no me refiero a ocultarte esto a ti, pero no había esperado este giro de los acontecimientos. Nunca esperé que apareciera en mi puerta.

- Lo sé, tú me lo dirás cuando estés lista-, respondió Camila con paciencia. Me sonrió y se llevó mi mano a sus labios, beso la palma.

- Voy a bajar y reunirme con él. ¿Por qué no te vistes y bajas cuando estés lista? Te prometo, que más tarde, cuando estemos solas, voy a explicarte todo - Camila asintió con la cabeza y me dirigí hacia la puerta.

En cuanto a su cara una vez más, la dejé con una última reflexión, pensando que era bastante injusto de mi parte.

-Camila, una cosa más. Solan no sabe que él es mi hijo y estoy moralmente obligada a mantenerlo de esa manera. - Di media vuelta y camine a través de la puerta antes de la expresión confusa de Camila me obligara a quedarme y explicarle.

☾☼

El jardín de las rosas parecía un lugar demasiado alegre para reunirse con alguien, incluso cuando ese alguien era mi único hijo. No tenía ni remota idea de por qué Solan apareció sin previo aviso. ¿Era algo personal o tal vez una solicitud oficial de Kaleipus? ¡Centauros! Los hombres son hombres, no importa cuántas patas tengan, aparecen de forma inesperada. Yo no había estado en la nación Centauro en casi quince veranos. Ah, yo había estado en la zona en una campaña u otra, pero había una cosa que siempre me impedía regresar de visitar ...tenía miedo.

Cuando Solan cumplió ocho años, llegó un mensajero de Corinto, con una carta de Kaleipus.

Habló de muchas cosas, pero antes que nada me habló de mi hijo. Hasta ese momento, yo estaba decidida a actuar como si nunca hubiera tenido un hijo. Algunos días funcionaba, otros no lo hacían. Los días se convirtieron en estaciones y la conquista del mundo conocido consumido la mayor parte de mi tiempo, empujando de mi mente se volvió mucho más fácil.

Kaleipus me explica en la carta que era el momento para que los dos renunciemos a nuestra pelea. En ese momento, yo tenía el poder que deseaba y había dejado de buscar las piedras y los iconos que las brujas y hechiceras prometieron que me traería el mundo. Para entonces, yo estaba bien con mi manera de poseerlo.

Sin embargo, las cosas que Kaleipus dijo me pusieron en cortocircuito A pesar de que yo era la señora Conquistadora, el centauro, una vez prometió que, si alguna vez intentan llegar a Solan la Nación entera de los Centauros se levantan contra mí.

Ahora, Kaleipus me decía que podría ser bueno para mí llegar a conocer al niño. Nunca he pensado intentar llevarme a mi hijo, no porque le temiera a una buena batalla, sino porque yo sabía la verdad. Solan nunca crecería y se convertiría en un buen y honrado joven criado como mi hijo. Si yo pudiera protegerlo de mis enemigos, y viviera el tiempo suficiente, crecería para ser como yo. Yo no se lo desearía ni a mi enemigo más odiado, por no hablar de mi propio hijo.

La Conquistadora (Camren)Where stories live. Discover now