En un valle de esta mente inquieta

1.6K 126 15
                                    

-¿No hemos terminado aún?- Llamé a Ephiny.


Estaba a unos veinte pasos, con un melón en la mano derecha, preparándose para lanzarlo al aire. -¿Cuántas veces le has dado?- gritó.

-He clavado la maldita cosa unas cuatro de cada cinco veces-.

-Bueno, cuando aciertes cinco de cinco veces, entonces podremos dejarlo-.

-Me está entrando hambre-, respondí.

-Acabas de comer.

-Entonces me está entrando sed o cansancio, elige-. Debería haberme avergonzado por el tono quejoso que había adquirido mi voz, pero la verdadera vergüenza era que no sentía ninguna.

Dejó caer el melón al suelo, con aspecto un poco molesto y se dirigió hacia mí. -¿Cómo demonios has conseguido conquistar el mundo conocido con esa actitud?-

-Entonces era mucho más joven. Además, me daban descansos más largos y me alimentaban con más frecuencia que a ti.

Ephiny me lanzó un odre. Bebí profundamente, apoyando la espalda en un árbol. Ambas nos deslizamos hasta el suelo, disfrutando de la sombra que ofrecía el gran árbol.

-No te preocupes tanto- dije. No sabía qué más decir para mejorar la situación. Seguía mirando como si acabara de perder a su mejor amiga. Me pregunté si seguía dándole vueltas a la idea de que Selene se fuera a ver a Prax.

-Tengo que preocuparme. Lamento ser tan... no sé qué, pero esta es mi responsabilidad, Lauren, y es una grande. Si no lo haces a la primera, limpiamente, la tribu no verá tu matrimonio como uno verdadero. Pensarán que Artemisa no ha aprobado verdaderamente su unión. Si eso sucede, parecerá que le fallé a mi clan... a toda mi tribu. Artemisa sólo sabe que no necesito pasar por eso otra vez.

-¿Otra vez?- Pregunté. -Suena sospechosamente como si hubiera una historia en alguna parte. ¿Te importaría explicarla?

-No-.

-Oh, vamos.

-No.

Solté un audible suspiro de exasperación. Dioses, conseguir que se abriera era como hacer un túnel a través del mármol. Sonreí para mis adentros. Camila debió de pensar eso mismo miles de veces al tratar conmigo. No se me daban bien las charlas sensibleras, sobre todo con otras guerreras. La familia era una cosa, pero Ephiny probablemente me miraría como si tuviera nueve cabezas si empezaba a ponerme sensible. No, la única manera de tratar con otra guerrera era con humor.

-Dejaré que me lances melones de nuevo, y esta vez me concentraré de verdad.

-¿Significa eso que antes no te concentrabas?

-Um... no creo que quiera responder a eso. Oh, vamos y dime.

-He dicho que no.

Me acerqué a Ephiny, mucho más de lo apropiado. Me acomodé un poco más hasta que nuestros hombros se juntaron. Ella me miró y yo le dediqué una enorme sonrisa.

-¿Qué te pasa?- preguntó.

-Nada.

Miró a nuestros hombros. -Entonces deja de tocarme.

-¿Por qué? ¿Te molesta?

-Sí.

Sin embargo, no me aparté. De hecho, cuando ella se movió un poco, yo me moví con ella.

-Mira, ¿por qué haces esto?

Apoyé mi barbilla en su hombro. -Porque me gustas- respondí con voz cantarina.

La Conquistadora (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora