Y la ira cruel que resplandecía en el rojo ámbar

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Tuve que empujar casi a Torava de la habitación una vez Ephiny se presentó en nuestros aposentos privados. Comprendí la necesidad de una mayor seguridad, a mi alrededor, así como el palacio. Mi guardia personal, Atenea bendiga a todos y cada uno de ellos, tomaron sus posiciones muy en serio. Fue un testimonio de su formación, y tal vez un poco de miedo de su parte. No me gustaría pensar en lo que les pasaría a estos valientes soldados si me ocurriera algún daño. Lauren era una mujer maravillosa, pero también muy apasionada. Ya sea en nuestro dormitorio o en el campo de batalla, cuando siente fuertemente sobre algo, ella se lo sentía con todo su ser. Hubo muchas veces de un hilo muy sutil separa la Lauren sabía, de la locura que era su lado oscuro. Yo no envidiaba a ningún alma que echara un vistazo a ella cuando la bestia se aparecia.

Ephiny no se veía contenta por tener que renunciar a sus armas, pero se quedó con paciencia, lo que permitió a Torava su búsqueda. Cuando la guardia, finalmente salió de la habitación, Sylla trajo una comida a media mañana en la mesa. La asistente de Lauren se había convertido en la mía también, con cierta reticencia por mi parte. Ha servido mucho tiempo para querer a nadie para que me sirvan. Sylla y yo tuvimos una larga conversación sobre la situación.

Ella me explicó cuidadosamente su papel como empleada, no como esclava. Ella me dijo que la Conquistadora le pagaba bien por el trabajo que hacía. Hemos llegado a un acuerdo. Ella mantendría sus reverencias al mínimo, siempre y cuando yo estaba de acuerdo de no recoger tanto después de Lauren, y dejar la limpieza y el servicio a mi nueva amiga.

Vi como Ephiny puso los ojos en mi guardia personal, una vez Torava salió de la habitación. Ahora estábamos solas, con la excepción de la presencia de Sylla.

-¿Un encuentro conmigo, a solas en sus aposentos privados, mi reina? ¿Qué le parecerá a la Conquistadora?- Yo podía oír el tono de burla en su voz.

-Lauren, confía en mí-, le contesté.

-Pero no en mi, ¿eh?-

-Ser una guerrera igual que tu, Ephiny, creo que sabes que es una tarea difícil generar confianza. Sobre todo porque dos mujeres han sido asesinadas en nuestro hogar.-

-¿Está de acuerdo con la Conquistadora? ¿No confías en mí?-

-Yo quiero, pero tengo que decir que yo no te conozco. Todo lo que puedo decir en este momento, es que si mañana me dijeran que eres culpable de estos crímenes, me decepcionaria mucho.

-¿Tus guardias de verdad creen que iba a necesitar un arma? -preguntó, como si estuviera haciendo la luz de mi sentimiento sincero. -Si la intención fuera matarte, yo no necesito nada más que mis propias manos.-

Traté de no reaccionar a sus palabras. Tenía sentido del humor. Era difícil saber si hablaba en serio o no. Me decidí a tratarla como una broma.

-Si yo pensara que tenía la intención de matarme, Ephiny, no estaría aquí ahora mismo.- Me senté en la mesa y agradecí a Sylla, cuyos ojos se había ido todo en mi declaración. -Por favor-. Hice un gesto a Ephiny se unan a mí en la comida.

-Es cierto, entonces,- dijo. La Amazona se sentó frente a mí con bastante lentitud, como si sus rodillas hubieran perdido de repente algo de su flexibilidad. -Eres un oráculo, como se suele decir.-

-No estoy segura de quiénes son-, le contesté y serví dos tazas de té. -Yo no soy un oráculo. He aprendido a ser una estudiosa de la naturaleza humana, y eso es todo. Tengo una idea Ephiny. ¿Por qué no ser honestas entre nosotras?-

-¿Crees que estoy diciendo menos que la verdad?- ella respondió con una sonrisa socarrona.

-Digamos que yo no creo que el estoico silencio es lo mismo que la franqueza sin reservas.-

La Conquistadora (Camren)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora