La ira del león es la sabiduría de Dios

1.3K 138 58
                                    


Nunca hubiera sabido que tenía algún talento como espía, al menos nada a lo que pudiera ponerle un nombre así. Supongo que la intriga y el actuar como si sintiera cosas que nunca sentí fueron parte del entrenamiento para este momento. Era casi aterradora la facilidad con la que interpretaba el papel de una mujer que salía por la ciudad con sus amigos. Supongo que lo que más debía preocuparme era que tantos otros ciudadanos atenienses estuvieran en las tabernas a esa hora de la tarde. Imagino que la batalla debía parecerles muy lejana. No tenían ni idea de lo cerca que estaba realmente.

Yo también me sentía frustrada y abatida. Decidimos organizarnos en grupos y parejas. Como insistí en formar parte de esta cacería de hombres, Ephiny insistió en que estuviera en un grupo para tener más protección. Sinceramente, me ponía de los nervios la idea de que todo el mundo estuviera siempre intentando protegerme. Me pregunté si Lauren había tenido el mismo problema. Así que Ephiny y dos amazonas más jóvenes, Mika y Saria, estaban conmigo. Zagreus y Callius eran dos soldados corintios varones que completaban nuestro grupo. Zagreus era unos años más joven que yo. Estar junto a él era como estar al lado de una pared de roca. Era gentil como una mariposa, respetuoso y tímido, pero mirarlo... bueno, si no lo hubiera conocido sólo me habría aterrorizado.

-Este lugar parece exactamente el tipo de antro que podrían frecuentar-, dijo Ephiny cuando entramos en la que quizá sea la décima taberna de los muelles.

-¿Y cómo lo sabes?- Le sonreí.

-No preguntes-.

-Bueno, espero que tengas razón. Nos estamos quedando sin tabernas y sin tiempo-.

Nos acomodamos en una mesa, algo no muy atrás para que parezca sospechoso, pero tampoco muy cerca del frente para que destaque entre la multitud.

-¿Reconoces a alguno de ellos?- Preguntó Ephiny.

-No, pero supongo que podrían llevar ropa normal-.

-Es posible, pero apuesto a que a tipos como ellos no les importa que la gente de este tipo de lugares sepa que son soldados de alquiler-.

Estaba decepcionada y se me notó. Deseé mucho despertarme de repente y darme cuenta de que todo había sido un mal sueño.

-¿Estás bien?- preguntó Ephiny, colocando su mano sobre la mía.

-Extraño a Lauren. Extraño hablar con Delia y Anya. Sólo puedo imaginar lo que piensan de mí, yéndome sin decir una palabra-.

-Le dije a Delia lo que estaba pasando para que no se preocupara. Sé que la considera una más de su familia-.

-Gracias, Ephiny. A decir verdad, probablemente nos vendría bien tener a Delia aquí ahora mismo. No deja que nadie ni nada la asuste-, respondí mientras pensaba con nostalgia en la mujer mayor.

-¿Otra ronda aquí, amigos?- Una bonita y joven camarera nos preguntó.

-Por favor-, dijo Ephiny mientras le lanzaba a la chica una moneda extra por el servicio.

-Bueno, no son ustedes los más amables... bueno, eso hace que uno aprecie a la gente decente-.

-Supongo que algunos de sus clientes no son muy agradables-, dije. Parecía cansada y agotada, a pesar de que la noche aún no había empezado.

-Bendita Atenea. Marineros... ¡puedes detenerlos no lo creo!-

Miré alrededor de la habitación, pero no vi ningún grupo de marineros alborotados. Debió de notar mi confusión.

-Oh, no están en la sala principal, señora. Tienen una fiesta privada en la parte de atrás. El dueño tiene una sala privada para fiestas especiales y demás. Estos caballeros, sin embargo, bueno... todo lo que tengo que decir es que mi trasero va a estar negro y azul mañana-.

La Conquistadora (Camren)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt