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Día 9: Ashley

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Día 9: Ashley.

1 de octubre.

Tengo que sujetarme el estómago para contener la risa, mis ojos se llenan de lágrimas y él me abraza con fuerza atrayéndome sobre su regazo. Sus enormes manos hacen un contraste peculiar a las mías pequeñas y con un esmaltado de brillos. Siento una calidez agradable expandirse por todo mi pecho.

El cabello de mi padre cae ligeramente despeinado sobre su frente pero a él no parece importarle.

-Tengo hambre -digo en tono bajo, él se pone de pie cargandome como si no pesara nada.

-Pues vamos a ver si ya está la comida -avanzamos hasta la pequeña mesa en donde mi madre se encargó de dejar todas las cosas para el camping, ella tararea una canción inmersa en su mente y no sé da cuenta de nuestra presencia hasta que mi padre pone una mano en su cintura.

-¿Cómo están mis dos personas favoritas en el mundo? -Papá me ayudó a pararme justo sobre el banco de cemento antes de abrazar a mi madre por la espalda.

-No sé, deberías preguntarle a Scarlett Johanson y Chris Evans -ella se soltó de sus brazos mientras intentaba contener la risa.

Aproveché el momento de distracción para robar dos trozos de queso que mamá acababa de cortar, sigilosamente le pasé uno a papá llevándome el otro a la boca. Ella volvió la vista a la tabla de madera y como si supiera el crímen que acababa de cometer fijó sus ojos en mí. Traté de sonreír con inocencia, pero mi madre era una experta en leer a las personas.

Buscó a mi padre en busca de apoyo, pero lo encontró justo en el momento en el que estaba masticando el queso.

-¡Michael D'angelo! -Él tragó en seco y me miró con una mueca.

-¡Retirada soldado! -con un gesto rápido me ayudó a bajar y sujetó mi mano para iniciar un trote en dirección contraria a mamá.

Mis pies eran claramente más lentos que los suyos por lo que no tardó mucho en alzarme para tener algo de ventaja. Podía ver sobre su hombro como ella nos perseguía sin ocultar la sonrisa.

Nuestras risas se fueron apagando poco a poco y todo a nuestro alrededor se iba tornando más oscuro. El sol había desaparecido al igual que mis padres, ahora una brisa fría corría a mi alrededor, ya no tenía diez años ni estaba feliz.

Unas manos fuertes y callosas sujetaban con firmeza mis manos, no podía ver mucho ya que ni siquiera la luna había sido tan valiente como para salir esa noche.

Me hizo retroceder pero mis piernas fallaron, mi cuerpo chocó duramente contra el suelo justo sobre un charco de agua sucia y estancada, pude verlo por primera vez sintiendo el miedo recorrer mis venas.

Las manos que ahora me sostenían por los brazos no eran callosas, en realidad eran un poco más suaves, aunque seguían siendo masculinas y pude reconocer a la perfección de quien eran, más que nada por la forma en la que me sacudían.

Un Secreto En Otoño [#1]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu