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(Parte 1)

Día 79: Ashley.

10 de Diciembre.

Judith acomoda mi cabello en una coleta de caballo a pesar de mis quejas diciéndole que lo quiero dejar suelto. Por petición mía, ninguno de ellos iría al juzgado la única persona que me acompañaría es Noelia. Anthony y Judith daban vueltas de un lado hacia otro enojados por no poder estar ahí, Helena parecía ser la única que comprendía el motivo.

―¿Ya sabes que dirás? ―me pregunta Gerard sentado del otro lado de la mesa.

―Ya lo hable con Fischer ―asiente mientras disimuladamente suelto mi cabello.

―¿Zack no bajó a almorzar? ―aparto la mirada fingiendo desinterés, pero Anthony lo nota y niega con desaprobación. Probablemente yo no haya sido la mejor con las cosas que dije, pero él estaba siendo inmaduro.

Y sí, soy la persona menos indicada para hablar de inmadurez. Pero Zack se negaba a salir de su cuarto desde entonces, Helena se acercó para susurrarme que en la noche lo escucho bajar y comer algo, lo cual me tranquilizaba un poco. No quería que se muriese por no ingerir alimentos.

―¿Lista? ―pregunta Noelia tomando su bolso. Asiento levantándome para caminar a su lado hacia la puerta.

―Estaremos allí para la resolución ―me avisa Gerard antes de despedirnos. Me subo al auto de Noelia y ella toma mi mano.

―Todo va a salir bien ―me da una sonrisa optimista antes de encender el auto. Cuando escucho el ruido mi piel se eriza, no sé porque pero mi cabeza vuelve al día del accidente. Duele.

Soy inocente, no hice nada malo, no fue mi culpa. Mi único error fue ser mujer en este mundo. Repito eso mentalmente para sentirme segura.

Nos encontramos en la sala mientras escucho atentamente lo que Albert me dice, al mismo tiempo que siento los nervios apropiarse de mi cuerpo. Una sola palabra podría arruinarlo, y esto no es solo por mí, también incluye a Jeff.

―Tengo que ir al baño ―Noelia se hace a un lado dejándome ir hasta el pasillo del baño. Una vez dentro voy hasta el lavabo y humedezco mi cuello y cara.

Mantengo los ojos en mi reflejo suspirando profundamente.

―Hasta aquí debo venir para hablar contigo ―volteo hacia la puerta donde el sujeto del hospital está ahí de pie.

―No debe estar aquí ―intento buscar algo para defenderme aunque ambos sabemos que él no podría atacarme, no aquí.

―Tranquila, solo quiero hablar ―comienza a dar pasos hacia adelante y yo los doy hacia atrás. Mi espalda choca contra la pared e intento fingir que no estoy entrando en pánico cuando él se detiene a unos centímetros de mí―. Eres bonita ―ladea la cabeza mirándome con una media sonrisa, incluso parece dulce.

―Más te vale alejarte de mí ―suelta una suave risa elegante antes de mirarme directo a los ojos.

―Era mi tío ―murmura un poco más serio―, no me malinterpretes, era un jodido desquiciado y me alegra que este muerto ―frunzo ligeramente el ceño y pasa un mechón de pelo detrás de mí oreja―. Pero mi tía no lo ve así. No me tomes como una amenaza, pero debes saber que si sales de ese lugar, deberás cuidar tus espaldas. Porque hay personas a las que les gusta la venganza.

―¿Si salgo de ese lugar? ―endereza su espalda y es cuando noto que tenía una mano junto a mi cadera.

―¿No sabias? Murphy hablo con tu amiguito. Le ofrecieron un trato a Jeff, su libertad por tu encarcelamiento ―aprieto la mandíbula y él da un paso atrás―. Supongo que ambos confiamos en las personas equivocadas ―comienza a caminar hacia la puerta dándome la espalda.

Un Secreto En Otoño [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora