Epílogo

79 3 10
                                    

Año 2019: Ashley.
25 de Noviembre.

Estiro mi cuerpo provocando que varios huesos suenen, me propongo hacer ejercicio diario aunque sé que no llegaré muy lejos. No por ser pesimista, sino porque me propuse lo mismo hace meses y cada vez que debo levantarme para salir a correr termino dando una vuelta sobre mí misma y durmiendo otra hora.

―Buenos días ―murmura él a mi lado. Pasa una mano por mi cabello y suspiro contra la almohada.

―Serían buenos si pudiese dormir un poco más ―se ríe estirándose él también.

―¿Qué tienes planeado para hoy? ―pregunta bostezando.

―Debo ir a la casa de Tom, tenemos un proyecto ―bufa con fuerza y ruedo los ojos.

―¿No crees que tienen muchos proyectos últimamente? ―suelto un quejido incorporándome un poco.

―No empieces Zack, no tengo ganas de escucharte ahora ―alcanzo mi ropa y comienzo a vestirme.

―¿Yo empiezo? No empiezo nada, es él a quien no le parece quedar claro que tienes novio ―me cruzo de brazos mirándolo con mala cara.

―¿Quieres hablar de eso? Bien, entonces hablemos de las sonrisitas y miraditas que te das con Mariel ―rueda los ojos apoyando la cabeza sobre la almohada.

―Sabes muy bien que ella no me interesa ―normalmente es en este punto cuando corto la discusión por no tener ganas de hablar, pero estoy recién levantada, con mal humor y con muchas ganas de discutir luego de sus comentarios e hipocresía.

―Pero tú sabes muy bien que ella te ve como un trozo de carne al que debe devorar, es patética ―entro al baño de la habitación para cepillar mis dientes.

―No te hizo nada, no la llames así ―entra al baño cuando yo salgo. Vuelvo a bufar, se pasea por el lugar solo en bóxer, me desviaría del tema principal si no me molestara tanto.

―Soy tu novia, y ella aprovecha cada ocasión para insultarme. ¿Sabes que es lo que más me molesta? ―comienzo a extender la cama de mala gana―. Que ella me trata así y tú no tienes la mínima intención de defenderme.

―Almenos tú no cargas con el apodo del cornudo del mes ―volteo lentamente viéndolo con una ceja enarcada.

Cierra los ojos dándose cuenta que la cagó. De mala gana tomo su ropa y comienzo a caminar hacia la puerta de mi departamento. Me sigue con confusión en el rostro.

―Si luego de meses sigues pensando que eres el cornudo del mes, entonces toma tus cosas y lárgate ―se queda en el marco de la puerta cambiando el rostro a frustración. Le lanzo su ropa sin mucho cariño sobre el pecho y de reojo veo algunas puertas abrirse.

―¡Bien! ―grita.

―¡Bien! ―doy un portazo cerrándole la puerta en la cara.

Camino con ira hacia la cocina y preparo las cosas para hacerme el desayuno. Volteo momentáneamente hacia la puerta y suspiro dándome cuenta que lo eché de mi casa a las ocho de la mañana en ropa interior y sin desayunar.

Vuelvo hasta allí y abro la puerta con cuidado, se encuentra esta vez ya con la ropa puesta y a punto de tocar. Me hago a un lado dejándolo entrar, baja la cabeza y camina hasta la cocina. Le doy una mala mirada a la vecina de enfrente que me mira como si ella fuese superior al resto y vuelvo junto a Zack.

―Lo siento, no debí decir eso. Sé que no te acostaste con él y que fui un tarado por creer que sí. No debí hablarte así ―pone una mano sobre mi mejilla y suspiro.

Un Secreto En Otoño [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora