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Día 63: Ashley.

24 de Noviembre.

No tengo nada en contra de quienes van al psicólogo pero no es algo que me guste o me convenza. Pero Albert prácticamente me obligó a venir, así que es por eso que estoy sentada en el sofá observando todo a mí alrededor. Keller me ve con una expresión nula.

―¿Vas a contarme? ―pregunta luego de un gran rato en silencio.

―¿Qué pretende que le cuente? ¿Cuántas veces fui al baño? ¿Cuánto me saque en mi último examen? ―se cruza de brazos acomodándose hacia atrás y hago lo mismo.

―¿Cómo te sentiste luego de la muerte de tu madre? ―me tenso y aparto la mirada―. Mejor vayamos más atrás. ¿Cómo crees que te afecto la muerte de tu padre? ―vuelvo a mirarlo levantando la cabeza.

―Apenas era una niña y no comprendía por completo. Pero no era estúpida y supe que mi padre ya no volvería. Eso me dolió ―baja la mirada únicamente para anotar algo―. Unos días antes me habían dicho del embarazo de mi madre. Y el día del accidente me enteré que lo había perdido ―trago cuando siento un nudo en la garganta―. Eso tampoco lo entendí pero cuando se los pregunte a los Petrov ellos me explicaron. Desde entonces solo fuimos mamá y yo... Extrañaba a papá.

«Era demasiado pequeña como para entender que había hecho las ultimas cosas sin darme cuenta. La última vez que me conto un cuento, la última vez que me explico que tan lejos estaban las estrellas ―mi mirada se volvió a perder en el suelo―, la última vez que tomamos el té juntos, la última vez que me dijo te amo, la... la última vez que lo escuché reír.

«Cuando cumplí quince estaba en el hospital con mamá y me di cuenta que no recordaba su risa, recordaba su voz pero cada imagen que tenía suya riendo fue guardada sin sonido y no podía recordarlo ―suspiro tratando de evitar llorar―. En cuanto se lo dije a mamá ella busco en su teléfono y me enseño un video de mi padre en el que estaba riendo. Y volví a recordarla. Así fue siempre. Ella protegiéndome incluso sin poder moverse.

Asiente con la cabeza mientras sigue escribiendo y me doy cuenta que es la primera vez que hablo de ambos en voz alta desde que ella falleció.

Touché ―digo volviéndolo a ver. Con una sola pregunta logró sacar muchas cosas de dentro de mí.

―Revise tus viejos expedientes. Leí que tuviste pesadillas ¿Qué tal con eso? ―apoyo mi cabeza sobre el apoya brazos.

―A veces las tengo, en algunas ocasiones son fuertes pero no tanto ―asiente y sigue anotando― ¿Puede dejar de anotar? Es molesto ―me cruzo de brazos y él ríe.

―A todos mis pacientes les molesta cuando anoto las cosas pero ninguno se atreve a decirlo ―de reojo veo como deja el cuaderno en la pequeña mesa para luego cruzar sus manos por sobre su abdomen―. ¿Quieres contarme de que iba tu última pesadilla?

―Ten cuidado Ashley ―me dijo mi madre mientras yo caminaba hacia los juegos. Estábamos en un pequeño bosque. Corrí entre los arboles siguiendo una mariposa y luego un conejo. Pero cuando me di vuelta para volver ya no sabía dónde estaba.

―No estás sola Ashley ―la mano de mi padre tomo la mía ahuyentando el miedo―. Jamás lo estarás ―comenzó a caminar conmigo hasta que fuimos saliendo del bosque.

―¿Es normal perderse? ―volteé a verlo y él se agachó a mi lado.

―Todos nos podemos perder en algún momento, solo es cuestión de encontrar la luz ―sonrío hasta que siento como poco a poco va soltando mi mano.

Un Secreto En Otoño [#1]Where stories live. Discover now