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Día 77: Jeff.

8 de Diciembre.

Ashley mantiene su cabeza apoyada sobre mi hombro mientras yo la abrazo. La galería del hospital es lo único que nos protege de la lluvia que se expande afuera.

―No quiero entrar ―susurra sin despegar la vista de la lluvia.

Ayer por la mañana llamaron a Ashley para pedirle que retire las cosas de su madre. Me pidió que venga con ella y me sentí orgulloso, porque eso para mí significa que confía en mí. Aunque en cuanto llegamos no quiso entrar, no puedo culparla. Desde lo de su madre no volvió a pisar un hospital.

Cuando llegamos se detuvo frente a la puerta sin querer avanzar, comenzó a llover y decidimos sentarnos en la banca bajo el techo para poder observar la lluvia. Eso fue lo único que pareció calmarla ya que sus manos dejaron de temblar en el momento que vio las gotas chocar contra el suelo.

―No lo hagas a menos que estés lista ―comienza a reír y la observo preocupada, ¿no es muy pronto como para tener demencia?

―¿Sabes? Tenía una relación complicada con este hospital. Odiaba venir porque significaba que ella todavía no mejoraba y tenía que seguir aquí ―se cruza de brazos sin mirar nada en concreto―. Pero aun así amaba venir, significaba que podía reír con mi madre, jugar ajedrez con ella y escucharla regañarme por decir malas palabras. Era todo lo que me quedaba. Y ahora no puedo entrar allí.

«No quiero entrar ahí, tomar sus cosas y fingir que no duele. Me duele respirar Jeff ―las lágrimas comienzan a salírsele y muevo mi brazo para poder abrazarla―. Creí que era algo que se iría el primer día, pero no se va, me duele respirar cada vez que recuerdo todas las cosas que debía hacer antes de verla. O cuando pienso en los momentos luego de las cirugías. Duele muchísimo.

―Te va a seguir doliendo Ashley, por un tiempo. No te mentiré, pero algún día lo recordaras y será soportable ―asiente suspirando. Mantiene sus ojos cerrados dando respiraciones profundas.

―Voy a entrar ―dice volviendo a centrarse en la lluvia. Me levanto extendiéndole la mano para ayudarla a que se levante. Comenzamos a caminar y veo que se detiene con duda frente a las recepcionistas.

―¿Puedo ayudarla en algo? ―pregunta la mujer viendo como Ashley duda.

―Veníamos a buscar las cosas de Halle D'angelo ―respondo por ella, me mira un segundo dándome una sonrisa de boca cerrada que no llega a sus ojos.

―Siguen en su habitación, ¿conocen el camino? ―asiento un poco extrañado porque mantengan las cosas allí, supongo que al pasar tanto tiempo ahí las conservaron.

―Sí, muchas gracias ―ella camina con un poco de duda y sus manos vuelven a temblar, cuando nos detenemos dentro del ascensor ella cierra sus los ojos contando en voz baja.

―No sé si pueda ―se detiene frete a la puerta y susurra cosas que no logro comprender.

―Ashley... ―un doctor se para a su lado tocando su hombro, ella lo mira tensando la mandíbula―. Hay algo que debo darte ―ella frunce el ceño volteando a verme en busca de una respuesta.

Me encojo de hombros mientras le doy un leve asentimiento. Comienza a caminar detrás del doctor con paso no muy definido, él se detiene frente a una oficina y abre la puerta para ella. Me quedo fuera dejándole su tiempo a solas. Él le da una pequeña caja antes de tocar su hombro y decir algo que nuevamente no logro escuchar.

Ashley se queda dentro y comienza a desempacar las cosas de la caja, dejo de ver cuando saca una carta y comienza a leerla. El doctor sale dándole su espacio también deteniéndose frente a mí.

Un Secreto En Otoño [#1]Where stories live. Discover now