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—𝔸𝕟𝕕𝕣𝕠𝕤𝕤𝕚 𝔸𝕘ü𝕖𝕣𝕠—

La marea esta perfecta, el viento, las olas, el sol no está que quema...

Me siento tan bien.

Todo ha sido estupendo desde anoche, o mejor dicho aún mejor que antes. Excelente, no tengo quejas, a pesar de que a veces él es tan molesto.

Creo que haber venido no fue tan malo.

Él ha sido tan perfecto, aunque a veces me dan ganas de patearle el trasero, pero aun así no puedo evitar mirarlo desde aquí y babear por él.

Satoru me saluda alegre desde la playa, movía su mano de un lado al otro. Yo estoy lejos, en el mar, pero sé que aun así él puede verme perfectamente gracias a sus bellos ojos. Así como yo lo puedo ver gracias a los míos.

La tabla de surf, que me alquiló para disfrutar de estas hermosas olas, se mueve lentamente por las aguas ya que estoy más allá de dónde se forma las olas. Él decidió quedarse en la playa tomando el sol de la tarde. Así que hemos pasado la tarde mirándonos desde lejos como tontos enamorados,

Lo necesita, pues es más que blanco.

En la mañana fuimos a hacer kayac al río, ambos en el mismo bote, remando de un lado al otro y divirtiéndonos, viendo como los delfines de río nos acompañaban. Luego fuimos a hacer senderismo con sus quejas tontas por caminar y llegamos a otra pequeña cascada en la que no lo hicimos porque había gente con nosotros, pero estuvimos a punto.

—¡Yujuuu Drossi! — su estruendosa e infantil voz se escuchó claramente aún hasta donde estaba. —¡Voy a buscar unas bebidas y vuelvo!

Levante mi brazo y junte mi dedo anular con el pulgar en señal de "OK".

Pude ver como se alejaba a una de las tiendas en la playa y luego yo lo perdí de vista para nadar y colocarme a esperar otra ola. En seguida una enorme ola se empezó a formar y me situé para hacerla mía, así como él me ha hecho suya tantas veces. Solo tuve que mirarla para saber que se formaría un perfecto tubo, al que después de pararme en la tabla me adentré en ella. Toque con mis dedos el agua de la pared de la ola en lo que dejaba que ella me llevase hasta la salida de la rompiente, los segundos dentro de ella eran infinitos y mágicos... como todo mi fin de semana. Cuando salí de ella no pude evitar sentirme aun más gloriosa, nada podía salir mal desde ahora.

—Yoo hoo, linda chibi-chan — mire en la dirección de aquella voz sabiendo que se trataba del gran rey que estaba sentado en su tabla mirándome impresionado. —No sabía que los chibis también podían surfear. ¡Eso fue asombroso!

Me acerqué a él en mi tabla y luego me senté en ella, quedando a su lado.

—¿Cómo estas Tōru? — le sonreí ante su anterior cumplido — No sabía que surfeabas.

—Hay muchas cosas que no sabes de mí, linda-chan — me guiño el ojo — veo que sabes domarlas bien.

—La verdad tenía tiempo que no surfeaba — dije llevando una mano a mi cabeza.

Era cierto tal vez más de un año, fue un milagro haber domado ese tubo sin morir en el intento.

—¿Enserio? — me miró con los ojos completamente abiertos —Entonces ¡Eres asombrosa!

—Gracias...

—¿Quieres surfear un rato conmigo?. Veo que estas sola.

—Dale ¿por qué no?

Oikawa y yo surfeamos un rato juntos. Él era bastante hábil con eso, pensé que solo se le daba el voleibol, pero el gran rey sabía sus trucos y no era para nada modesto, cuando podía presumía, pero la pasamos bien. Ambos salimos juntos de la playa entre risas.

El Chico de la Venda en los ojos I & II (Satoru Gojo x OC)Where stories live. Discover now