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Androssi parpadeaba suavemente para acostumbrar su vista a la oscuridad, tiró hacía el frente sus brazos pero los grilletes especiales que la sostenían se lo evitaron y solo la lastimaron. Cuando logró acostumbrar sus ojos por completo observó en la situación que estaba, ambas muñecas amarradas con cadenas a la pared, ella de rodillas en el suelo, su cuerpo lleno de lesiones las cuales algunas sangraban.

¿Por qué siempre me ando metiendo en problemas? ¿Por qué no me fui a casa a dormir? – refunfuño mentalmente al ver aquel cuarto oscuro en donde estaba – esto me trae recuerdos- sonrió de forma pesada, a lo que los escalofríos de terror le reocorrian el cuerpo una y otra vez porque le traia recuerdos, muy malos recuerdos.

Escuchó pasos e instantáneamente se hizo la inconsciente, por el rabillo del ojo una luz proveniente de la puerta se coló y escuchó dos voces, reconoció una.

—¿Por qué no podemos divertirnos con ella? — soltó una voz juguetona.

—Ya te dije que solo tuvimos suerte de que esté débil — reconoció la voz de aquel que había dicho llamarse Suguro. — solo quiero comprobar los rumores.

—Pero es muy bonita, quiero jugar con ella.

—Mahito— lo reprendió el pelinegro — te recomiendo que no la hagas enojar, ahora cuídala mientras lleguen los otros.

—¿Por qué no lo haces tú? — refunfuño Mahito de forma pesada.

—Él no puede verme... — fue lo último que dijo antes de irse.

Androssi seguía haciéndose la inconsciente, pero aun así gracias a sus sentidos ella sabía claramente donde se encontraba aquella maldición que se acercaba a ella para observarla mejor. El escalofrío recorrió su espalda otra vez, ahora de forma más intensa, a penas lo sintió en la puerta, pero ahora ella percibía como él se acercaba despacio incrementando su espanto a cada segundo, pues su temor a las maldiciones eran más que un simple miedo... llegando a ser casi una fobia con la que había "aprendido a vivir", pero entre más pudiera evitarlas mejor.

La maldición colocó la palma mano en el pecho de la chica, y en ese momento ella sintió como él estaba buscando tocar más allá que su propio cuerpo... a su alma.

Androssi abrió sus ojos que brillaban en su característico tono ámbar inclusive en esa oscuridad. Se encontró con un hombre a retazos, ojos heterocromáticos y cabello largo celeste que la miraba con los ojos completamente abiertos de la sorpresa y un poco de terror en ellos. Ninguno hablaba, porque estaban físicamente uno frente al otro, pero él ya había llegado más allá.

Mahito se pasmó al ver donde se encontraba, el lugar era tanto hermoso como espelúznate que hasta a él que era una maldición le causaba espanto.

La chica castaña de ojos ámbares que tanto le había llamado la atención, llevaba un vestido blanco griego antiguo con una corona de laurel, estaba sentada en un roca en medio de un río. El agua del río era tan clara que podía ver a los peces dentro de este e inclusive el mismísimo fondo. A los alrededores del río había árboles a montón y unas estructuras que hacían parecer todo un lugar un templo hasta el mismismo cielo lleno de nubes en tonos del atardecer. Era hermoso, asemejándose casi al mismísimo edén, pero bajó él el río caía en una pequeña cascada a un abismo que daba al mismísimo infierno donde casi se podían ver las llamas abrazadoras y las almas en pena.

¿Esta es su alma? – pensó él confuso.

—¿Quién te crees que eres para tocar así a una dama? — le preguntó ella quien ahora había centrado toda su atención en él.

El Chico de la Venda en los ojos I & II (Satoru Gojo x OC)Where stories live. Discover now