Prólogo II

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El albino estaba recostado en una rama de uno de los tantos árboles de sakura en el jardín de un antiguo castillo japonés en las montañas. El viento de primavera acariciaba su piel de una forma que junto al cantar de los pájaros lo hacían sentir completamente relajado.

—¡oooaaauuuhhh! — bostezó a lo que abría sus manos para estirarse y acomodarse mejor en la rama —¡oauh, que sueño!. Espero que nadie me encuentre, detesto reunirme con esos viejos.

Colocó uno de los sus largos brazos sobre sus ojos para evitar el paso de los rayos del sol que se colaban entre las flores de los árboles y así a su vez eludir el cansancio que le producían sus peculiares ojos.

—¡Espera! ¡Espera! ¡No te vayas!

—¡Arggggggg! — se quejó el niño sentándose con las piernas cruzadas sobre la rama, para observar a donde provenía la infantil voz que interrumpió el principio de lo que él creía sería un buen sueño — ¿Hum?

—¡Espera!

Él se quedó viendo como una pequeña niña castaña corría en su dirección, tras un gato negro en medio del puente sobre el río.

—¡Espera! ¡Quiero seguir juegando! — protestó la niña en un mohín.

Ella perseguía el gato negro de un lado al otro en el puente sin parar, pero el gato no se dejaba atrapar. El animal jugaba a su modo, cosa que la niña no sabía, porque para ella el jugar significaba acariciarlo y agarrarlo entre sus brazos.

Jum, tonta.

Una sonrisa se asomó en sus labios, al ver como ella tropezaba con la basta de su yukata amarillo y caía al suelo. La niña miró al suelo por unos segundos, luego se levantó para limpiarse el yukata y buscó con la vista a el gato.

¿No lloró?- pensó él sorprendido.

Para él como cualquiera, lo normal sería que una niña pequeña al caerse de tal forma titaría el llanto, pero ella se levantó y siguió en lo suyo.

—Batito, batito ¿Dónde estás? — dijo ella caminando hasta bajo el árbol donde el otro niño se encontraba.

Él la siguió curioso con la mirada, en todo momento. Al verla de cerca, se asombró porque antes no lo había detectado el gran aura de poder que ella emanaba, casi tanta energía maldita como la de él y por primera vez que él veía algo así. Inclusive dentro de su familia, él con sus 11 años, era el que poseía más energía que cualquiera.

¿De qué clan será?. Esa energía... ¿Por qué no lo note antes? - pensó él intrigado sin dejar de mirarla en silencio.

La propiedad en la que estaban era utilizada por los clanes chamanes de todo el mundo realizar reuniones, por lo tanto dentro de ella solo habría personas relacionadas con el mundo oculto.

— ¡Oye niño! — le hizo señas ella.

—¿Me ves? — preguntó sorprendido desde la rama.

—¿Por qué no te vería, tonto? — pregunto ella entrecerrando los ojos un poco confusa.

¿Me acaba de llamar tonto?

¿A mí? – la sorpresa era más que evidente en los ojos del niño. Nadie nunca lo había llamado de esa forma.

—Respeta a tus mayores... — le dijo molesto.

Es una cría, no puedo matarla por ser tonta.

— ¡Bah! — bufó ella — Eso no importa ¿Viste a dónde se fue el batito? — la miró ella con ojos brillosos.

Aun así, es una cría muy molesta... y habla mucho para tener 5 años.

El Chico de la Venda en los ojos I & II (Satoru Gojo x OC)Where stories live. Discover now