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✭ [S] ☆

Llegamos a unas de mis casas, en un abrir y cerrar de ojos. Era una de mis casas más alejadas de la ciudad, en una zona boscosa. Tenía una barrera para ocultarla y protegerla contra todo y me encargaría de colocar otra para atrapar, entre barrera y barrera, a las maldiciones que vinieran por Drossi y exorcizarlas a la vez.

—Alexa, enciende las luces y la calefacción. También haz una revisión del sistema — le dije a la asistente virtual de la casa.

—A la orden, Gojō-sama.

Hace mucho no usaba esta casa, pero como todas estaba en óptimas condiciones y con lo necesario si quería llegar a utilizarla como en este momento.

Androssi me miraba como una niña pequeña a un peluche que adora o algo por estilo, un atisbo de confusión se asomaba en sus ojos. Ella seguía en su abrigo blanco ahora algo sucio por el polvo de la casa abandonada, sus mejillas un poco rosas por el frío y sus manos apretadas en mi pecho.

Tengo que admitir que en otra ocasión me subiría aún más el ego su mirada de admiración hacía mí, si es que eso era posible, pero en este momento solo estaba preocupado por ella.

No podía dejar de pensar en sus cumpleaños anteriores y en como los había pasado... sola, alejada de sus seres queridos, en algún lugar mugroso y oscuro, rodeada de maldiciones.

Definitivamente nada de eso estaba bien.

—Bien, ya lo decidí — dije en voz alta sin percatarme y ella me miró aún más confusa que antes. — te prepararé un baño, pequeña.

Me aparte un poco de ella para ir a mi baño y preparárselo, pero Androssi sostuvo mi abrigo tímidamente como si no quisiera que yo me alejara.

—No, no me dejes sola — dijo con las mejillas completamente sonrosadas y en sus ámbares se mostró preocupación.

"Esta niña" – no podía evitar pensar en lo tierna que se veía, pero me causaba algo pesar verla así y también algo de gracia, ya que unos minutos antes dijo cosas como "Vete ya estoy acostumbrada" y ahora no quiere que la deje sola. En poco de nada de una adulta terca se convirtió en una pequeña niña, pero la entiendo por completo ¿Quién quisiera estar solo en esta situación?

—Está bien, ven conmigo.

Tomé su mano envuelta en un guante y la llevé conmigo al baño de mi habitación. Ella me siguió todo el camino, sin dejar de mirarme como si estuviese perdida o no entendiera lo que estaba pasando, parecía que su mente estaba procesando que no pasaría su cumpleaños donde lo tenía planeado.

—Siéntate aquí — dije después de bajar la tapa del váter y palmarla para indicarle a ella donde.

Ella caminó lentamente y se sentó, yo me puse a rebuscar en mis cosas para prepararle la tina. Ella se quedó observando cada movimiento que yo hacía algo incrédula. Mientras buscaba los implementos, mientras llenaba la tina, encendía el humificador con esencias cítricas y colocaba algunas flores de manzanilla en la tina.

Me senté en el suelo para mirarla fijamente, entretanto la infusión relajante terminaba de hacerse.

—Te estas preguntando ¿Por qué es que sé preparar tan bien un baño?

—Eh no, no — soltó nerviosa dando a demostrar que lo que yo pensaba era cierto.

—Porque haya nacido en una cuna de oro, no quiere decir que no sepa hacer ciertas cosas. Además, es solo un baño. Yo también me baño ¿sabes? —le dije mientras jugaba con bombas de jabón en mis manos.

El Chico de la Venda en los ojos I & II (Satoru Gojo x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora