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✭ [...] ☆

Los tonos del cielo estaban anaranjados denotando que pronto llegaría la noche, la brisa fría resultado de que el otoño había empezado, pero las aguas seguían cálidas por el caluroso verano de ese año.

Androssi estaba sentada en una silla de playa bailando mientras escuchaba música y miraba a los chicos juguetear entre la arena y el mar. Gojō, con dos bebidas en mano, caminaba desde la casa observando a la alegre chica bailar su característica música.

Odio que tenga ese cuerpo escultural- pensó ella molesta al ver a aquel hombre mostrando su musculoso torso en aquella camisa playera abierta caminando hacia ella con su sonrisa de comercial. Porque nadie, ni siquiera sus alumnos, podían negar que aquel hombre tan infantil e irritante, no fuese físicamente perfecto.

—¿Por qué ella quiere la corona en el vaso y no en la cabeza? — le preguntó el albino a la chica, después de escuchar la letra del cambio de canción.

—¡La pinta Gojō, la cerveza!— le dijo ella mirándolo con decepción, a la par que tomaba el trago.

—¡Discúlpame alcoholita profesional! — le reprochó él al sentirse tonto por haber preguntado.

—No tengo que ser alcohólica para conocer la cerveza. Gracias por el trago — ella se quedó mirando el juguito de fresa en la mano del albino, el cual sorbía muy contento — pareces un baby tomando eso.

—Oyeee — lo miró él mal con un puchero en su rostro que divirtió a Androssi— Alguien tiene que ser el baby responsable aquí.

—Aun con un par de tragos encima. Soy más responsable que tú — le dijo ella sacando la lengua burlona. —Además, estoy de vacaciones.

—Cierto — le dijo el recostándose en la silla, para mirar de reojo a Drossi, a la cual la blusa blanca se le alzaba producto del viento dejando ver su vestido del baño.

Odio que todo le quede bien, para que le dije que se comprara eso – se quejó el mentalmente.

Ella y Gojō decidieron que lo mejor sería irse ese mismo sábado a la casa de playa que había alquilado el mayor, para aprovechar todo el día del domingo de mejor forma, ya que el lunes los menores tenían que regresar a clases y ellos a darles clase. Era una casona de madera grande, algo apartada del resto de casas en aquel pueblo de la bahía de Tokyo, con un playón público pero algo personal por lo que en los alrededores solo estaban ellos y algunas cuantas personas que vivían o habían alquilado cerca. 

(N/a: la casa algo así)

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(N/a: la casa algo así)

Ando por ahí. Con los de siempre, un flow cabrón. Dando vuelta en un makinón

¿Qué diablos es un Makinon? – pensó el frunciendo el ceño viendo como la chica bailaba y cantaba la música reproducida bocina en las piernas de ella.

El Chico de la Venda en los ojos I & II (Satoru Gojo x OC)Where stories live. Discover now