Cap. 18: Ojos azucarados

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Cuando aparco mi auto en las afueras del parque, empiezo a sentirme ligeramente nerviosa. Vislumbro las calabazas decoradas afuera de las casas, las manos tiesas que simulan estar saliendo del pasto y los falsos gatos negros que están colocados a los pies de los árboles. De repente recuerdo el motivo por el cual no suelo celebrar esta festividad.

Pego un brinco en el asiento del conductor cuando mi teléfono rompe abruptamente con el silencio que se había instalado dentro del auto. Noah me está informando que él, Isaac y Zoe ya se encuentran en el punto de reunión, y sugiere que no demore demasiado porque la película está por iniciar.

Haciendo caso omiso a sus palabras, arreglo innecesariamente mi cabello con tal de ganar más tiempo, pero un segundo mensaje vuelve a iluminar la pantalla de mi celular. Maldigo por lo bajo y finalmente desciendo del vehículo. Las botas de tacón que calzan mis pies resuenan en el pavimento hasta convertirse en sonidos sordos una vez que atravieso el jardín. A lo lejos, la luz proveniente de una antorcha roba mi atención. Aliso mi falda antes de seguir avanzando hasta dicha ubicación.

En el momento en que diviso a un número llamativo de personas, detengo mi paso para buscar a los chicos. Creo que no es difícil de creer que lo primero que haya visto sea un gigantesco casco plateado brillante. Deduciendo que las posibilidades de que alguno de los presentes, aparte de Isaac, se le haya ocurrido disfrazarse de astronauta esta noche, me encamino hacia ellos.

—Ey —saludo cuando identifico los ojos de Noah a través de su antifaz—. Lamento haber tardado, creo que ya se me está volviendo una mala costumbre.

—A este paso empezaremos a pasar a recogerte también —opina él, pero por el tono que utiliza sé que está bromeando solamente.

—Qué guapa estás —comenta Zoe con su naturalidad y coquetería habitual.

—Lo mismo puedo decir. —Sintiéndome un poco en confianza, le guiño un ojo.

La chica me devuelve el gesto junto con una sonrisa antes de que un carraspeo se robe mi atención por completo. Al girarme en su dirección, una vista un tanto limitada del rostro de Isaac es lo único que pueden apreciar mis ojos debajo de aquel traje gigantesco.

—Yuri Gagarin —enuncio.

La mirada profunda de Isaac no hace más que adquirir una chispa de extrañeza.

—Vale, ¿acaso te sorprende que supiera ese dato? —Finjo dolencia—. No esperaba haberte dejado una tan mala primera impresión después de nuestra conversación en el auto.

De inmediato parece arrepentido y mueve su casco de manera negativa.

—No, perdona. Es solo que la mayoría de las personas suelen relacionar a los astronautas con...

—Neil Armstrong —termino por él.

—Sí.

—A pesar de que él fue el primer hombre en pisar la Luna, no fue el primero en viajar al espacio. Aunque, bueno, estoy segura de que eso ya lo sabías.

Me es difícil describir la sonrisa que cuelga de sus labios en este momento, pero podría apostar que es la más grande y sincera que lo he visto esbozar desde que lo conozco. Parece ser que la reciente búsqueda que realice sobre el tema fue una buena idea.

—Entonces, ¿tú serías Anne Bony? —inquiere con algo de gracia, haciendo referencia a la primera pirata que ha existido.

Hago un gesto peculiar con mis cejas.

—Sí, podría decirse.

Justo cuando me percato de la mirada extraña por parte de Noah y la sonrisa cómplice de Zoe, rompo cualquier contacto visual con el chico. Afortunadamente, a los pocos segundos el grupo de jóvenes encargados del evento empiezan a impartir las instrucciones para que puedan dar inicio a la película. Nos piden a todos que tomemos asiento de manera ordenada sobre unas mantas que se encuentran dispersas en la zona verde delante de un proyector que apunta a una gran pantalla. Cuando el título de la película aparece, un escalofrío me recorre el cuerpo. Isaac, quien se encuentra sentado a un lado mío, se percata de aquello.

Premonición de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora