Cap. 6: Baila conmigo

1.2K 162 190
                                    

—¡Rox!

Escucho su voz llamándome desde algún sitio, pero tardo algunos segundos en encontrarlo debido a la mala vista panorámica que me ofrece el lugar donde estoy parada. Hacemos contacto visual en el momento justo y él no tarda en aproximarse hacia donde estoy.

—Ey, ¿todo bien? —cuestiona ladeando su cabeza.

Asiento con los ojos cerrados y la cabeza recargada en la pared detrás de mí.

—¿Estás segura? —continúa indagando—. ¿Dónde está...?

—No sé, ni me interesa saberlo, la verdad —respondo irritada por el reciente altercado.

—De acuerdo... —alarga extrañado—. ¿Pasó algo?

Exhalo pesadamente.

—Solo una idiota siendo una idiota —murmuro sin pensar.

—¿Samantha? ¿Te hizo algo?

—¡No! —chillo alzando mis manos. Suspiro—. Lo siento, solo... Lo siento.

Siento sus manos posarse sobre mis hombros, masajeándolos lentamente. Ese simple gesto logra relajarme un poco.

—Está bien, Rox.

—Perdón por gritarte —me disculpo con una mueca—, estuvo mal.

—No pasa nada —asegura.

La poca paz que había recuperado se desvanece cuando veo a la chica salir de los sanitarios, buscando algo —o a alguien— entre la multitud.

Me es imposible no soltar un pequeño gruñido de frustración, el cual claramente no pasa desapercibido por Thiago. Sin embargo, me apresuro a hablar antes de que él lo haga.

—¿Podrías, por favor, hacer algo por mí?

Sonríe ladeadamente.

—¿Qué necesitas?

—¿Puedes ocultarme? —suelto con nerviosismo.

Sus cejas se elevan con gracia y me observa sin entender.

—¿Ocultarte? ¿A qué te refie...?

De un segundo a otro lo tomo del cuello de su camisa y lo jalo hacia mí, provocando que pierda el equilibrio y tengo que apoyar sus manos en la pared para sostenerse, acorralándome en el camino. Samantha se encuentra a algunos metros de nosotros, volteando con frenesí hacia diestra y siniestra. Nuestros rostros están demasiado cerca, tanto, que puedo sentir su respiración rozar mi boca. Un jadeo sale de sus labios entreabiertos ante la brusquedad de mi movimiento, y me es imposible no bajar la vista por unos segundos.

Asomo mi cabeza por un lado de su hombro, dándome cuenta de que ya no hay rastro de ella. Aprieto mis labios y lo alejo de mí con cuidado, hasta que vuelve a haber un espacio prudente entre ambos.

Aliso su camisa para tener un punto en el cual clavar mi vista que no sean sus ojos.

—Listo —digo pasando una mano por su pecho y tomando la cadena que se había metido dentro de su ropa—. Gracias.

—No hay de qué, supongo.

Muerdo mi labio inferior con nerviosismo y él gira la cabeza hacia la derecha. A pesar del bullicio que se cierne sobre nosotros, un silencio nos envuelve a ambos durante unos segundos. No sé cuánto tiempo ha pasado cuando Thiago regresa su mirada a mí y yo alzo la vista para toparme con ese par de orbes azules. Mantenemos contacto visual por varios segundos, pero ninguno de los dos se atreve a pronunciar palabra alguna, como si tuviéramos miedo de destruir esa chispa en la que nos vemos encerrados.

Premonición de amorWhere stories live. Discover now