Cap. 20: Familia cangurera

951 97 79
                                    

Estamos sentados en el pequeño comedor de mi habitación desayunando Hot Cakes con Nutella hechos por mi novio. No puedo describir la felicidad que me invade en estos momentos.

¡Le quedaron esponjositos!

Disfrutamos de la comida en silencio hasta que este es interrumpido por la constante vibración proveniente de mi celular. La pantalla boca arriba se ilumina con el nombre de mi hermana.

—Lo siento, es Olimpia y seguramente está con mis padres —le explico a Thiago, a pesar de que él no hizo ningún comentario al respecto.

—Contesta, no pasa nada. No quiero caerle mal a la familia por no permitirles felicitar a su hija. —Da un asentimiento de cabeza, dándome a entender que realmente no le molesta que interrumpa el desayuno.

Tomo el dispositivo entre mis manos y con una pequeña sonrisa me levanto de la mesa, dispuesta a salir a la terraza para tener algo de privacidad.

—Hola, hermana.

¡Felicidades, Roxy!

Escucho cómo mi familia chilla del otro lado, parece que están en altavoz.

Hago un fingido sonido de sorpresa.

—¡Oh!, no me lo esperaba —exclamo sarcástica—. Muchas gracias.

Mi niña está creciendo, no puedo creerlo. —Esa es mi madre emocionada, casi puedo visualizarla batiendo sus pestañas exageradamente y soplándose con los dedos de la mano para alejar las inexistentes lágrimas.

—Mamá... —alargo riendo—. Solo tengo diecinueve años, no es como si fuera un anciano de cincuenta y tres años —contesto esto intencionalmente, provocando a mi padre.

¿A quién llamas anciano, dormilona? —responde tratando de sonar serio.

—Hola, papá, te extraño.

Yo también a ti, Roxy. Nos haces mucha falta.

Mis ojos se ponen un poco vidriosos, pero respiro hondo alejando las lágrimas.

¿Hola? El teléfono es mío y ni siquiera he podido saludarla —se queja Olimpia rompiendo con la melancolía—. ¡Hermanita! Feliz Cumpleaños, no tan pequeña traviesa.

Río por su apodo.

—Gracias, Oli. ¿Cómo están?

Extrañándote mucho como dijo el ancian... ¡Auch! ¡Papá! —Imagino que mi padre le proporcionó un manotazo. No soporta que lo molestemos con su edad.

Me carcajeo al pensar en la escena.

¿Tú cómo estás, cielo? ¿Harás algo especial hoy? —pregunta mi madre, tratando de poner orden como siempre.

—Estoy bien, ma. —Hago una pausa, recapacitando que todavía no les he contado a mis padres sobre mi relación—. Eh... Yo...

Mierda.

Oh, oh... —Esta vez es mi hermana la que habla—. ¿Acaso aún no les has...? —alarga adivinando, ya que ella es la única que sabe.

Hago un sonido de negación.

¿De qué hablan? —interviene mi padre.

Tomo una gran respiración y empiezo a balbucear

—¡Roxana Moya! ¡Habla de una vez! —sentencia mi madre.

—Tengo novio.

Silencio. Un profundo e incómodo silencio.

Premonición de amorWhere stories live. Discover now