Cap. 27: Repartiendo halagos

228 29 40
                                    

Noah:
Roxana, perdóname.
Surgió una situación con los padres
de Zoe y me ha pedido que la
acompañe a casa de ellos.
No podremos asistir hoy,
pero Isaac ya se encuentra en camino.
6:28 P.M.

Le doy un trago a mi cerveza y releo una vez más el mensaje de texto de Noah. Texteo que no se preocupe y que espero que todo esté bien en respuesta antes de dejar mi teléfono de lado y volver a beber de mi tarro.

Parece ser que esta será una larga noche.

—Vaya, esto es un verdadero milagro. —El castaño irrumpe en el bar minutos más tarde y toma asiento en el lugar frente a mí.

Enarco una ceja en su dirección.

—El que hayas llegado antes, quiero decir. —Se desprende de su chaqueta, revelando debajo de la misma un suéter de tela fina. Río al percatarme de ello—. Ey, ¿qué te causa tanta gracia?

—Si estás consciente de dónde nos encontramos, ¿cierto? —inquiero con algo de mofa.

Isaac cruza sus brazos sobre su pecho.

—¿Qué sugieres con eso?

—Que nadie viene a un bar vestido con un suéter de esos para ver la final de fútbol americano.

De inmediato baja la vista hacia su atuendo.

—¿Qué tiene de malo? —reprocha.

—No dije que tuviera algo de malo —me defiendo—, simplemente te ves... curioso.

—¿Curioso?

—Ahí está —Chasqueo los dedos—, tu manía de repetir las últimas palabras.

El muchacho suelta un gruñido por lo bajo.

—No es intencional.

—Sí, estoy bastante segura de que así funcionan las manías —menciono con algo de gracia.

—¿Los otros dos no vienen? —Cambia radicalmente de tema, y tengo que obligarme a mí misma a no soltar una pequeña risa. Es divertido cabrear a este chico.

—Tuvieron que ir a visitar a los papás de Zoe —explico con algo de extrañeza—. ¿No te dijo Noah?

Isaac ladea la cabeza un poco antes de negar.

—No, no sabía nada. ¿Están bien?

—Eso creo —enuncio con vacilación—. Me ha avisado unos minutos antes de que llegaras.

—¿Te molesta si le llamo? Solo quiero asegurarme de que no necesitan nada.

Meneo mi cabeza y hago un ademán con la mano.

—Sin problema —aseguro.

—Vale, gracias.

Coge su teléfono y segundos después se lo lleva a la oreja para empezar a hablar.

—Ey, Noah. Roxana me ha dicho que tuviste una situación con tu chica, ¿todo en orden? —Se oyen murmullos confunsos del otro lado—.  Vale, si necesitan algo no duden en hacérnoslo saber, ¿de acuerdo? —Más sonidos inadvertidos—. No hay de qué, hombre. —Isaac se despega el aparato apenas unos centímetros antes de volver a acercarlo a su oído y esbozar una media sonrisa—. Serás cabrón.

Dicho eso último, cuelga finalmente la llamada.

—¿Puedo suponer que por esa despedida que todo está bien?

Isaac parece caer en cuenta de mi presencia frente a él. Se aclara la garganta y asiente con la cabeza.

—Sí, no es nada para preocuparse.

Premonición de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora