Cap. 36: Destinados a encontrarse (FINAL)

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Sé que no debería dejarlo solo. No hoy, no esta noche; pero la simple idea de que a partir de ahora, en cualquier momento el corazón de Thiago podría fallar y simplemente dejar de latir, me hizo salir corriendo de su habitación cuando el reloj marcó las doce de la noche, dando inicio al primero de mayo.

Así que hui. Hui porque no creo ser lo suficientemente fuerte como para presenciar el momento en el que el aparato que marca los latidos de su corazón deje de sonar intermitentemente para dar paso a un único pitido constante, indicando la falta de pulso.

Sin embargo, tampoco tengo la valentía necesaria para abandonar el edificio por completo, motivo por el cual he estado la última hora en la cafetería de la planta baja, con una taza de café en mano y debatiéndome acerca de lo que haré en las próximas horas.

Siento un tirón en la tripa que me incita a subir nuevamente hasta donde está él, que me dice que he hecho de todo y aguantado aún más para poder estar junto a Thiago en este momento. Pero hay otra sensación, un dolor instalado en el lado izquierdo de mi pecho, a la altura del corazón, que me indica que le he fallado; que nos he fallado; que no he cumplido con aquello que debía hacer; que no logré hacerlo despertar. Y eso es suficiente para que termine tomando mis cosas y marchándome del hospital con un nudo en la garganta.

Al cruzar las puertas, el aire frío de la madrugada cala dentro de mis huesos y me roba el aliento por un segundo. Eso, más el dolor constante en la parte superior de mi torso, provoca que mis rodillas fallen y termine por caer en la acera. De repente siento una presión aún mayor en mi pecho, y el aire parece no querer llegar a mis pulmones. Intento dar una bocanada grande, pero no puedo. Mis manos empiezan a hormiguear y múltiples escalofríos sacuden mi cuerpo.

El temor se apodera de cada centímetro de mi cuerpo, impidiéndome pensar con racionalidad, y con cada segundo que pasa la simple y cotidiana tarea de respirar se vuelve más y más imposible. Mi corazón empieza a latir con mucha fuerza, tanta, que temo que vaya a poder salirse de mi caja torácica.

Haciendo un esfuerzo por controlar mis respiraciones, me arrastro hasta una pared y recargo en ella mi cabeza. Empiezo a tocar con desesperación lo que se encuentra alrededor, intentando que el entumecimiento de mis manos desaparezca, hasta que opto por colocarlas sobre mis piernas, intentando marcar de esta manera el ritmo de mis inhalaciones.

Cuando siento las lágrimas acumularse en mis ojos, alzo la barbilla y clavo mi mirada en el cielo nocturno. Barro con mis ojos el firmamento, intentando centrarme de lleno en cada uno de los astros, y deteniéndome cuando diviso la Luna. La observo, con sus zonas oscuras y brillantes, con sus cráteres y mares, con su relieve y sus montañas. Trato de fijarme en eso, rememorando la imagen mental de cuando pude verla más cerca que nunca gracias a los lentes del telescopio, y entonces mantengo mis ojos cerrados hasta lograr que mis pulsaciones regresen a un ritmo normal y mis respiraciones se hagan más lentas.

Permanezco unos segundos en el suelo, sabiendo que el episodio ha terminado, pero aún sintiendo el miedo instalado en la boca del estómago. Me percato en este momento de que, en realidad, a pesar de que todo este tiempo estuve consciente de que existía esa posibilidad, nunca me había detenido a aceptar que la vida de Thiago realmente podría concluir en ese hospital. Jamás me permití aceptarla durante estos dos meses. Conocía la idea, pero no la mastiqué ni digerí con el tiempo. Así que ahora, cuando es más una realidad que algo ficticio, el peso de lo que conlleva cae por completo sobre mis hombros.

Varios minutos más tarde logro ponerme de pie sintiendo una necesidad urgente de alejarme de aquel edificio. Camino lo más rápido que mis piernas me lo permiten, dirigiéndome a la estación de metro Queen's Park que queda a tan solo cuatro minutos del hospital, siendo la más cercana. Al llegar, me siento en una de las bancas a esperar por el último subterráneo de la noche que puede llevarme a casa de los padres de Thiago, ya que la estación funciona hasta la una y media de la madrugada.

Premonición de amorWhere stories live. Discover now