Cap. 13: La decisión correcta

1.2K 129 216
                                    

Koi No Yokan.

Es una expresión en japonés que puede traducirse como «Premonición de amor». Se trata de la maravillosa sensación de cuando conoces a una persona de la que sabes que te vas a enamorar. Es diferente al amor a primera vista, ya que es posible que no te enamores de inmediato; pero, de algún modo, sabes que es inevitable que pase. Podría catalogarse algo así como amor a segunda vista.

Y creo que no hay una frase que defina mejor lo que me pasa con Thiago.

Claro está que en muchas ocasiones nos podemos sentir físicamente atraídos al ver a alguien por primera vez; sin embargo, no hay ningún sentimiento de por medio que involucre el enamorarnos de esa persona o que haga que una simple atracción física evolucione a algo más profundo.

Hay otro tipo de atracción que es mucho más fuerte e imposible de ignorar que la física: la emocional. Te enamoras de su forma de ser, de cómo es contigo, de cómo te trata, de sus gustos, de sus pensamientos, de sus expresiones, de su corazón y de su mente. Y una vez que eso pasa, ya no hay vuelta atrás, te pierdes en su alma y no quieres escapar.

Así que sí, muchas veces es importante el que haya una atracción física inicial, pero si a eso le agregas la atracción emocional, tienes el paquete completo y es imposible marcharse.

El sonido que emite la puerta de mi habitación siendo golpeada me saca de mis pensamientos. Me levanto de mi lugar y camino hacia ella para abrirla, sorprendiéndome al no encontrarme a nadie del otro lado. Asomo mi cabeza hacia ambos extremos del pasillo, pero no hay ni rastro de un alma. Sin embargo, mis ojos sí se topan con algo más: Un ramo de rosas lilas reposa en el suelo.

Frunzo mi ceño y lo tomo entre mis manos antes de cerrar la puerta. Tras darle un vistazo, me percato de que el ramo viene con una sobre pequeño. Al abrirlo, una tarjetita con una tipografía pulcra y conocida se asoma del interior. 

Contigo quiero hacer las cosas bien. Te espero en la orilla del mar cuando el sol se esté poniendo.
Thiago.

Las flores se me resbalan de las manos y tengo que reaccionar rápidamente para evitar que estas se estrellen contra el suelo.

Oh, por Dios.

El recuerdo de la noche anterior se instala de lleno en mi mente, provocando que mi corazón bombee con más fuerza. Me obligo a inhalar profundamente y a dejar de crear escenarios poco probables en mi cabeza.

Al notar a través de los ventanales que el Sol empieza a descender lentamente por el cielo, creando unas apenas perceptibles pinceladas en tonos cálidos en las nubes, deposito las rosas en agua y emprendo mi camino a la playa con pasos temblorosos.

Aquella sensación de intranquilidad no abandona mi cuerpo en ningún momento, ni siquiera cuando mis pies entran en contacto con la arena. Juego con mis manos nerviosamente, pero incluso ese mínimo y ridículo gesto hace que recuerde al chico con el que estoy a punto de encontrarme, lo cual no ayuda a calmar mis nervios.

La situación empeora cuando pasan los minutos y Thiago no aparece por ningún lado.

Avanzo unos pasos más, acercándome a la orilla. Reviso mi teléfono una, dos y tres veces, esperando encontrar un mensaje con alguna justificación o disculpa por la cual no haya podido llegar, pero siento que el corazón se me cae a los pies cuando veo que no es así. Ni siquiera se ha dignado a escribirme para cancelar.

Aprieto los ojos, reteniéndote las lágrimas y sintiéndome patética de repente. La sensación de sus labios contra los míos embriagan mi mente, poniéndome aún peor, y por más que intento convencerme de que seguramente él tiene una buena razón pata no estar aquí, la presión en mi pecho no desaparece.

Premonición de amorWhere stories live. Discover now