Cap. 7: Paraíso en la Tierra

1.4K 173 271
                                    

Me despierto sintiendo algo pesado sobre mi cintura. Intento abrir mis ojos de golpe, pero la luz solar que se cuela por los ventanales le obligan a volver a cerrarlos unos segundos. Después de esperar a acostumbrarme, bajo la vista a mi abdomen, encontrándome con que está siendo rodeado por un musculoso brazo. Mis ojos se abren de inmediato y giro mi rostro hacia atrás. Suelto un suspiro de alivio al ver que se trata de Thiago.

Un momento, ¿qué rayos hago durmiendo con él?

Me alarmo por un segundo y lo primero que hago es revisar nuestras vestimentas. La calma vuelve a llegar a mí al percatarme de que no nos hace falta ninguna prenda, y que él sigue vestido con la ropa de la noche anterior.

La noche anterior...

Un terrible dolor de cabeza provoca que haga una mueca, mientras los recuerdos de hace unas horas se hacen presentes en mi mente, bombardeándome.

La discusión con Samantha.

La cercanía con Thiago.

Evan viendo mis labios descaradamente.

El borracho acosador.

Thiago y yo bailando juntos.

Yo pidiéndole que se quedara conmigo.

Maldición, son demasiadas imágenes que analizar.

En ese instante, el tonificado cuerpo a mi lado se mueve un poco pegándose más a mí, haciéndome sentir algo que no debería estar ahí, a la altura de mi cadera.

Un chillido ahogado abandona mis labios, haciendo que Thiago abra sus ojos de golpe y los vuelva a cerrar debido a la luz. Me siento en la cama, permitiendo que la distancia vuelva a separarnos.

—¿Quién no quisiera despertar con un grito así, todos los días?

Su voz sonando más ronca de lo normal me estremece. Se recuesta de lado, apoyando su cabeza sobre uno de sus brazos flexionados, resaltando sus músculos. Me obligo a desviar la vista de ahí, sintiendo cómo el calor invade mis mejillas.

—Tu... cosa... en...mi... —Es lo único que pude balbucear a causa de la vergüenza, sin ser a capaz siquiera de formar una oración coherente.

—¿Eh? ¿De qué hablas? —Él simplemente me observa confundido.

Señaló con mi dedo índice su pelvis antes de apartar mi vista de ahí.

El chico baja la mirada a ese punto en específico y, cuando lo nota, simplemente suelta una pequeña risa.

—No es mi culpa, es por la mañana. —Se alza de brazos, como si fuera lo más normal del mundo.

Bueno, puede que sí sea normal por naturaleza, pero yo no estoy acostumbrada a eso.

—Te dije que te arrepentirías si me encontrabas en tu habitación por la mañana —repite sus palabras de anoche, con una sonrisa burlona.

—No recuerdo haber dicho que me arrepentía —contesto sin pensar, arrepintiéndome al instante.

Me sonrojo aún más de lo que ya estaba —si es que eso es posible—, provocando que él suele una sonora carcajada.

—Eres adorable cuando estás nerviosa.

—¿Y quién ha dicho que estoy nerviosa? —me defiendo, tratando de sonar segura.

El canadiense toma mis manos, las cuales se encontraban sobre mi regazo, antes de decir:

—Juegas con tus dedos cuando algo te pone nerviosa.

Maldigo en mis adentros, ya que segundos atrás era lo que me encontraba haciendo.

Premonición de amorWhere stories live. Discover now