Encuentros inesperados

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Las mujeres siempre le habían encantado. No tenía un tipo definido. Le gustaban las rubias, las morenas y por supuesto también las pelirrojas. Le daba igual si tenían poco busto, o mucho busto, si eran altas o bajas. Le importaba que fueran guapas, eso sí, pero después de Azra todo le daba un poco lo mismo. Ahora no iba a los desfiles a ver modelos, iba a los desfiles a ver los diseños y a evaluar las nuevas tendencias. Siempre había que estar al pendiente de lo que hacía la competencia, incluso la pequeña. Por lo demás, no era inusual que sus mejores diseñadores los hubiera descubierto en los desfiles de pequeños atelieres.

Ahora bien, una cosa es que no tuviera ningún interés especial por ligar, como antes y otra muy distinta negarse a ver mujeres hermosas. Por eso siempre, después de evaluar minuciosamente las prendas exhibidas, reparaba en la modelo que las lucía. Habitualmente eran todas chicas lindas, algunas con una belleza exótica y otras veces con un estilo más clásico. Algunas chicas le resultaban familiares, porque seguramente ya las había visto en varios desfiles y otras caras le eran totalmente ajenas. Sin embargo, cuando reparó en una chica en especial, tuvo plena certeza de que esa cara la había visto antes y pese a que habían transcurrido 7 años, tuvo también plena claridad de quien se trataba: era Semra, la hermana menor de Azra, la chica a la que había ayudado cuando había sido sorprendida robando en una tienda del centro comercial. No recordaba muy bien la edad que tenía entonces, pero sí recordaba que todavía era una jovencita en edad escolar y que estaba muy unida a su hermana Azra.

Sin duda estaba cambiada. Ahora era mucho más alta y sus facciones habían perdido la redondez propia de la adolescencia. Ciertamente no se parecía en nada a su hermana mayor, quien era bajita, más pálida, más voluptuosa y con intensos ojos verdes. Semra, en cambio, era alta y delgada, como un junco y tanto su largo y liso cabello, como sus ojos, eran del color de la caoba. La chica se movía con soltura y suficiencia, como si fuera una verdadera profesional y sin embargo no recordaba habérsela topado en uno de los cientos de desfiles a los que había acudido en su vida profesional.

Cuando se volvió a calzar su propia ropa, chequeó su aspecto en uno de los múltiples espejos que estaban en el área de vestidores. Se preguntó si le pagarían en el mismo momento o tendría que volver a cobrar al día siguiente, pero sus dudas quedaron despejadas cuando la coordinadora se presentó para avisar que debían pasar a cobrar los honorarios al día siguiente en la dirección que les indicó. Quería irse cuanto antes a su casa, puesto que sabía que al otro día debía madrugar, pero la coordinadora les invitó a quedarse al cóctel que se llevaba a cabo en un salón contiguo. Era una vieja y desagradable estrategia para captar negocios, puesto que algunos empresarios se sentían más dispuestos a quedarse y oír propuestas de negocios si veían chicas guapas en el lugar.

Semra suspiró resignada, puesto que les aseguraron que las irían a dejar después del cóctel. No quería quedarse, pero tampoco quería gastar dinero en un taxi, así que accedió un poco a regañadientes. Tan pronto estuvo entre la gente, se arrimó a un rincón donde aprovechó de degustar unos deliciosos canapés y de beber espumante. Ya que le estaban pagando menos que a las otras modelos, se cobraría comiendo y bebiendo gratis. No conocía a nadie y se sentía un poco fuera de lugar, así que sacó su móvil para revisar sus RRSS y tomarse algunas fotografías brindando. Ninguno de sus conocidos tenía porqué saber que era olímpicamente ignorada en ese preciso momento.

Can la observaba a la distancia. Claramente ella no conocía a nadie y si bien se había mostrado muy resuelta durante el desfile, era evidente que ahora no era igual. La vio hacer morisquetas y poses delante de su móvil, en un claro gesto de estarse tomando fotografías para sus redes sociales, o para sus amigos, y se preguntó a sí mismo porqué jamás se le había pasado por la mente buscar el nombre de Semra en la web, cuando resultaba evidente que ello podría haberle proporcionado, indirectamente, información sobre Azra. Se excusó cortésmente con el anfitrión, que en ese momento intentaba impresionarlo con alguno de los contratos que le habían ofrecido otros empresarios de la moda y caminó hacia un costado, para hacer una breve búsqueda en las redes sociales más comunes. Encontró rápidamente el perfil de Semra Özak y realizó un barrido frenético por sus innumerables fotos buscando rastros de Azra, pero no tuvo éxito. Cualquiera que veía el perfil de Semra juraría que no tenía familia, ni casa, puesto que su perfil de Instagram más parecía el book de una modelo, ya que la mayoría eran imágenes de ella modelando prendas, o en lugares bonitos. La única concesión que la coqueta Semra parecía hacer a su vida privada en dicho perfil eran unas cuantas fotografías en lo que parecía ser una universidad.

La redención de AzraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora