Persuasión

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Holaaaa... Por acá otra vez. Capítulo de transición a la parte final de la historia. Muy agradecida, como siempre, de sus votos, comentarios, etc.



Ocho fines de semana después, Azra ya no estaba tan embobada, más bien estaba con la atención bien puesta. Todo iba de maravillas, tanto que a veces tenía temor de ello. Tal como Can le había anticipado ese día en que se sinceraron sobre sus sentimientos, todos los fines de semana, a partir del viernes en la tarde, él "se la robaba" desde su casa y se la llevaba con él a su departamento. Azra ya había conocido a todos sus amigos cercanos y durante el día salían al cine, a comer o sencillamente a caminar por la ciudad. Si bien a Can le encantaba salir de Estambul los fines de semana, siguiendo las recomendaciones de Neslihan, su ginecóloga, había preferido quedarse en la ciudad por si surgía alguna emergencia. Iba todo de maravillas, hasta ayer viernes en la noche, pensó mirando su aspecto en el enorme espejo del baño: Can había llegado de un breve viaje a Estados Unidos, el que había tenido por propósito dar el último visto bueno al lanzamiento de los dos primeros vinos ícono de la viña propiedad del Holding Vural, que se llamarían Mellizos americanos. Un lindo detalle que había sido idea de su "suegra", de quien, afortunadamente, había tenido muy pocas noticias en las últimas ocho semanas. Sólo sabía que Can había preferido evitar una confrontación cuando se enteró que su madre le había dicho todas esas mentiras sobre la relación de Can con Burcu Ozdemir. Sin embargo, ese no era su problema ahora. Su problema en ese preciso instante era que no terminaba de decidir si con el escotado camisón de organza que Semra le había regalado y que no había estrenado, se veía sexy o derechamente ridícula. El problema con el embarazo y los cambios hormonales era que tan pronto podía sentirse la mujer más sensual del planeta, llena de vida y exuberancia y unos minutos después sentirse con la gracia de un pato desfilando. Sin embargo, las necesidades desesperadas requerían medidas desesperadas, pensó bajando un poco más el escote y acomodándose el busto. Necesitaba imperiosamente verse sexy... En realidad, necesitaba verse irresistible, de forma tal que Can no tuviera alternativa. La noche anterior Can había pasado por ella, como cada viernes, y aunque estaba muy cansado por el viaje, se habían dado el tiempo de compartir mimos y caricias antes de dormir, el problema fue que cuando las cosas se estaban poniendo candentes, los niños habían comenzado a bailar un verdadero vals dentro de su panza o más bien samba, a juzgar por los movimientos. Eso había transformado toda la pasión de Can en ternura y se había negado a seguir en lo que estaban, alegando que "no podían estar juntos así" porque temía "hacerle daño a los niños o molestarlos". De nada habían valido las explicaciones y argumentos de Azra, porque nada lo había persuadido, así que finalmente Can le había besado la frente y luego la había abrazado para dormirse en algo así como cinco minutos, mientras ella se había quedado bien despierta. No sabía si le había dado más coraje que los niños parecieran haberse dormido junto con su padre o haberse quedado con las ganas de tener más acción con el hombre al que amaba. Lo peor de todo es que con casi veintisiete semanas de gestación ya tenía una panza bastante considerable y sencillamente "no podía" terminar la faena ella sola, porque no alcanzaba. Pero esto no le iba a pasar dos veces, así que esa noche, atacaría por todos los flancos. Con decisión salió del baño y fingiendo indiferencia entró en la habitación. Can, que tenía un libro en la mano, se quedó mirándola boquiabierto.

- ¿Y ese camisón?

- ¿Te gusta?

- Sí, es... muy lindo y... delicado – señaló tragando saliva.

- Me lo regaló Semra hace unos meses.

- Estoy seguro que no lo habías usado.

- Ah sí, es que tenía otros pijamas, pero muchos ya no me entran – respondió como si no estuviera parada frente a él luciéndose.

La redención de AzraHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin