El fin del mundo

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Holaaaa... Acá otro capítulo, para que vean como le va a Can arrancando de sus sentimientos. Si no hay novedades, en la tarde-noche dejó una continuación. Como siempre, encantada con sus comentarios, votos, etc. 


Ushuaia tenía fama de ser la ciudad más austral del planeta y había montones de souvenirs promocionándola como el fin del mundo, pero a Can le pareció una ciudad de lo más cosmopolita y ciertamente no lo suficientemente alejada para huir de sus recuerdos. Sin embargo, al menos el frío clima era la compañía ideal para su estado de ánimo.

Se levantaba al alba para reunirse con sus empleados en Estambul por medios tecnológicos o bien se dormía tarde para encontrarlos en la oficina durante la mañana en Turquía. Las tardes las mataba esquiando en el centro de esquí de Cerro Castor o aprovechaba de visitar alguno de los museos de la ciudad o tomando algún tour por los bellos alrededores. Su madre y su tía se unían a veces a sus excursiones, pero definitivamente estar con él era como estar con un mimo, pues prácticamente no participaba de las animadas charlas de sus compañeras.

Cuando se cumplió la primera semana de viaje, su madre comenzó a preguntar si no pensaba regresar a Estambul, pero Can señaló que estaba bastante cómodo en la invernal ciudad y luego había salido a esquiar solo. Se acercaba el cumpleaños de Azra y no quería, bajo ningún punto de vista, estar en la enorme urbe turca para ese día. A veces medio planeta de distancia no le parecía suficiente.

El paisaje blanco, el frío contra su cara y la soledad de la montaña era todo lo que parecía necesitar en ese momento. Pero como no había dicha posible para Can Vural en esos momentos, cada paisaje, cada bello lugar visitado, había sido un recuerdo más que no podría compartir con ella. Estaba visto que sus sentimientos viajarían con él a cualquier parte y no había lugar lo suficientemente alejado como para escapar de ellos.

- Míralo, Sedef. A mi hijo le pasa algo grave y no puedo ayudarlo – murmuró Neslihan Vural parada junto a la ventana de la cabaña del Castor Esquí Lodge.

- Sí, es evidente que algo le pasa.

- Apostaría que es por esa mujer.

- ¿Esa mujer?

- La que ha visto todo este tiempo – respondió Neslihan dándose la vuelta.

- ¿La conoces?

- No. He procurado averiguar, pero está claro que Can cubrió muy bien las huellas.

- No te entiendo.

- Sarp me ha dado respuestas evasivas. Me ha hablado de una mujer que vive en el barrio de Beşiktaş, otras veces me ha dicho que hay una mujer que lo visita en su departamento, pero conozco al conserje del edificio donde Can tiene su departamento y me asegura que no hay ninguna mujer que haya ido a dicho lugar en varios meses.

- ¿Entonces? – preguntó Sedef desconcertada.

- Me está ocultando algo y eso me da mala espina. Mi hijo siempre ha sido un libro abierto y sólo una vez lo había visto antes actuar de esta forma.

- ¿Con Azra?

- No digas su nombre en voz alta, te lo ruego – señaló Neslihan levantando las manos.

- ¿Crees que la esté viendo?

- ¡No por Alá!

- Pero entonces, no entiendo a donde quieres llegar.

La redención de AzraWhere stories live. Discover now