Dulces sueños

79 6 8
                                    

La actitud de Can después del sexo la había desconcertado. Oyó el ruido de la ducha y se percató que ya era noche cerrada. Se sobresaltó pensando que Semra y su madre estarían preocupadas por ella. Buscó su bolso y al tomarlo pensó que tal vez la decisión más sensata era marcharse en ese momento. Can no había sido precisamente amoroso después del acto amatorio y tal vez su presencia ya no era deseada. ¿La habría invitado para acostarse con ella y nada más? Le pareció que esa idea tenía poco asidero porque hasta el día de hoy, a la hora de la cena, Can no había dado señales de tener algún tipo de interés en ella y eso incluía al interés de índole sexual.

Mientras se terminaba de acomodar la ropa y buscaba sus braguitas, que habían quedado olvidadas en algún lugar del sofá, Azra se debatía entre marcharse o esperarlo. Cualquiera de las dos alternativas le parecía inadecuada. Irse sin decir adiós, como si estuviera huyendo, le parecía propio de alguien que comete una falta y ella no había cometido ninguna falta. Es más, la falta de decoro la había cometido él cuando la había comenzado a acariciar de un modo tan íntimo y atrevido. Ella sólo se había dejado llevar... Claro que se había dejado llevar con bastante entusiasmo, pensó. De todos modos y haya sido como haya sido, estaba claro que los dos habían pasado un bonito momento juntos y que en las últimas horas no había vislumbrado ni una pizca de desinterés o de desprecio en la mirada de Can. Sin embargo, también temía que pudiera ver algo de eso en sus ojos cuando él descubriera que todavía seguía ahí.

Tal como suponía, tenía algunos mensajes de Semra, quien ya estaba en casa y quería saber a dónde había ido y con quién, puesto que claramente no se había tragado la historia de que había ido a cenar con amigas.

- 20:40 Hermana dime donde estás y con quién estás.

- 21:00 ¿Estás bien? Al menos dinos donde estás para quedarme tranquila.

- 21:30 Mi madre dice que ibas muy arreglada. Es obvio que no estás con ninguna amiga. Ya dime el nombre de tu galán.

- 22:45 Si yo hiciera esto que estás haciendo tú, te volverías loca. Me tienes muy preocupada, por favor contesta. He visto que los mensajes están en tu móvil.

- 22:10 Si no me llamas antes de las 22:30 llamaré a Firat y le pediré que te busque con la policía. Y no estoy exagerando.

Azra miró la hora: eran las 22:25 y pese a que su móvil tenía sonido, éste era tenue y claramente ni siquiera lo había oído, ni mucho menos pensado en él, así que digitó rápidamente un mensaje para Semra:

- Estoy bien. No te preocupes. Lo siento, no había oído el móvil. Estoy cenando con alguien en el restaurante Mikla.

Sintió vergüenza de decirle a su hermana pequeña que en realidad se encontraba en el hotel que albergaba el restaurante.

- ¡Lo sabía! ¿En el Mikla? Entonces debe tener dinero. Por fin te buscaste a alguien, ya era hora. Envíame una foto del lugar, por favor. Sólo he visto fotos en las revistas y quiero conocerlooooo... anda di que sí – decía el mensaje que recibió a continuación de su hermana.

Azra no podía decirle a su hermana que estaba en una habitación de hotel. No quería darle un mal ejemplo, así que para dejarla contenta le escribió un mensaje que le haría pensar en algo que no fuera en fotos del restaurante, cuyo espacio apenas había visto cuando preguntó por Can:

- Por favor no se lo vayas a decir a mamá, pero estoy cenando con Can. No puedo hablar más por ahora.

La respuesta de Semra no se hizo esperar, así que el siguiente mensaje decía:

- ¿Can Vural? ¡OMG! ¿Se van a reconciliar? Oye, pero son más de las 10 de la noche, ¿quieres que crea que han estado cenando hasta esta hora?

La redención de AzraWhere stories live. Discover now