Pragmatismo

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Holaaaa... Acá el otro capítulo prometido para el día de hoy. La situación de Semra y la de Azra parecen contrastar; mientras la menor de las hermanas es incorporada y apreciada en la familia de su novio, Azra es escondida y aislada. ¿Cuánto tiempo será sostenible esta situación?

Los rayos del sol entibiaban su piel de un modo agradable. Era consciente de los riesgos que conllevaba la exposición al sol, por eso le había insistido a su ansiosa hermana que no subieran a la piscina del hotel antes de las cuatro de la tarde. A esa hora, el sol todavía calentaba, pero era menos peligroso. Pese a ello, de igual forma se había untado bloqueador solar generosamente por el cuerpo y el rostro.

Semra salió de la piscina chorreando agua. Con un grácil movimiento estrujó su largo cabello sobre la escalinata de la pileta, mientras las miradas de todos a su alrededor estaban pendientes de cada uno de sus gestos. A continuación, camino hacia la reposera que ocupaba su hermana mayor, avanzando como si fuera la reina de Saba. Azra sonrió. La seguridad y el desplante de su hermana a veces la asustaban y otras veces, como ahora, la hacían reír.

- ¿De qué te ríes? – inquirió Semra tomando la toalla que se hallaba extendida en la reposera junto a Azra.

- De tu actitud. Caminas como si esto fuera una pasarela y el resto de los bañistas el público de un desfile.

- ¡Bah! Así soy naturalmente – contestó Semra levantando el rostro en un gesto altivo.

- ¡Sí seguro! – se carcajeó Azra.

- ¿No vas a nadar? – preguntó su hermana pequeña, cambiando de tema.

- No tengo muchos ánimos – respondió bajito.

- ¿Estás languideciendo de amor y nostalgia por tu amado que se encuentra al otro lado del globo? – preguntó irónica Semra, mientras se acomodaba para tomar el sol en la tumbona contigua.

- Un poco – reconoció Azra.

- ¿Cuánto lleva en América?

- Exactamente una semana. Se marchó el sábado pasado.

- No sé de qué te quejas. Vives como reina en este hotel.

- Preferiría estar en casa con ustedes – reflexionó Azra pensativamente.

- ¿Qué? ¿Estar en ese cuchitril aguantando las impertinencias de mamá? Eso no te lo crees ni tú.

- ¡Yo las extraño!

- Sí claro. Si yo estuviera viviendo en este hotel, ni me acordaría de ustedes – señaló Semra riendo.

- ¡Vaya! Qué tranquilizador – respondió irónica Azra.

- De todos modos, es una pena que desde que están juntos – hizo un gesto de comillas con las manos dejando en claro que no le parecía que estuviesen juntos al modo tradicional – él ya haya tenido que viajar dos veces.

- Es un hombre muy ocupado – dijo Azra algo triste – Hoy se cumplen tres semanas desde que me invitó a cenar y sólo hemos pasado un fin de semana completo juntos.

Semra se río bajito y eso despertó la suspicacia de Azra.

- ¿Y tú de qué te ríes?

- De tus eufemismos.

- No entiendo.

- Dices hoy se cumplen tres semanas desde que me invitó a cenar, cuando en realidad deberías decir que se cumplen tres semanas desde que te lo follaste.

La redención de AzraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora