Te extraño

75 6 4
                                    

Promesas son promesas, así que acá va otro capítulo. Como siempre, muy, pero muy agradecida de sus lecturas, comentarios, votos, etc.

- ¿Te das cuenta hijo que es la primera vez que te tengo para mí sola desde que volviste de tu viaje a Estados Unidos? – preguntó Neslihan centrando la mirada en su hijo.

- Madre, podrías haberme tenido para ti sola mucho antes si el viernes, cuando llegué agotadísimo del viaje, no hubiera habido un regimiento cenando en casa.

- ¡Qué exagerado eres! Solo era Hatice y sus hijos.

- Hatice y sus cuatro hijos. Tal vez te cueste entenderlo, madre, pero cinco invitados en una casa donde sólo habitan dos es un regimiento.

- Eres muy gracioso, Hatice ha venido siempre a casa y es mi mejor amiga.

- Sí, tu mejor amiga que, curiosamente, tiene dos hijas casaderas.

- Tal vez no tenga que seguir buscándote una esposa, después de todo has dormido afuera tres días seguidos.

- ¡Mamá! No sabía que me llevabas la cuenta – comentó risueño.

- ¿Quién es ella? ¿La conozco?

- Jajaja ¿por qué supones que es una?

- ¡Can! ¿Qué acaso hay más de una? – preguntó espantada.

- Suena maravilloso. ¿Cierto? – Can sabía que su madre no se tragaba el cuento, pero se resistía a darle más información, por razones obvias.

- Sólo espero que valga la pena. Te he visto poco estos días, pero sólo basta con mirarte para saber que estás bien. ¿Sabes? Estuve muy preocupada por ti, porque desde hace unos meses atrás te veía algo... ¿Cómo decirlo? Taciturno, tenso... Fue poco antes de tu cumpleaños. Pensé que podía ser la crisis de los cuarenta.

Can se mantuvo en silencio mientras trozaba en pequeños cubitos su carne y pensaba en que aquello del instinto materno tenía verdadero asidero.

- ¿Y ahora? – preguntó para que su madre dejara de mirarlo como si esperara algo de él.

- Desde que volviste del último viaje te veo... Relajado. Despreocupado. ¿Estás enamorado, hijo?

- ¡Mamá!

- Puedes confiar en mí.

- ¿Si te confieso que estoy enamorado dejarás de molestarme con el tema del matrimonio?

- ¡Por supuesto! Siempre y cuando me dejes conocerla.

- Jajaja eres una negociadora implacable, madre. Veo que tu fama te la tienes bien ganada.

- Contigo no hay negociación que valga. ¿Verdad?

- No, no hay artimaña tuya que no conozca, madre. He aprendido la lección contigo. Pero quiero que te quedes tranquila. No hay nadie en mi vida que merezca la pena presentarte, porque la única presencia permanente, por ahora, eres tú. El resto son sólo pasajeros en la estación.

- A mí no me engañas, Can. No sé quién sea la mujer que estás viendo, pero sea quien sea, sé que te interesa de verdad. Y ahora me callo, ya no digo más – comentó levantando las manos como si se rindiera viendo que Can comenzaba a impacientarse – Mejor cuéntame de tu viaje a Estados Unidos. ¿Pasaste por el valle de Napa, como me dijo tu secretaria?

La redención de AzraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora