Patrañas

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Holaaaaaaa... Acá otro capítulo.  A veces no necesitas maquinar grandes planes para sembrar la semilla de la insidia.


Dos días después de año nuevo Azra se encontraba todavía remoloneando en su cama cuando recibió un mensaje de Can:

- No te lo había comentado porque quería asegurarme que tu presión seguía estable, pero mi madre habló conmigo hace unos días y se disculpó por la forma en la que te trató. Ahora quiere hacer las paces personalmente contigo. ¿Quieres cenar con nosotros hoy en la noche?

Azra meditó su respuesta. No es que le guardara rencor a Neslihan. Entendía su posición, pero no confiaba en ella. Sin embargo, sabía que debía hacer un esfuerzo, no sólo por sus hijos, si no que también por el hombre al que amaba. Mientras más cordiales fueran las relaciones personales, mejor sería para todos.

- ¿Estás seguro que es buena idea?

- Estaremos mi tía Sedef y yo. No tengas miedo.

- Está bien.

- Pasaré por ti a las 19:30. ¿Te acomoda?

- No es necesario. Puedo llegar en taxi.

- Pero yo quiero ir por ti.

- Bueno... Te espero a esa hora.

- Hecho

Azra suspiró. Tenía miedo de los planes de Neslihan. La mujer no era famosa por dar su brazo a torcer. La dama de hierro de la moda era el apelativo que mejor le quedaba. ¿Sería sincera?


Esa noche, cuando Can la invitó a entrar en su casa, su recelo aumentó. En el vestíbulo, como si fuera un comité de bienvenida, estaban Neslihan y Sedef. Si bien sus palabras fueron cordiales, había algo en su lenguaje corporal que no la terminaba de convencer:

- Bienvenida, Azra – la saludó su exsuegra – Me alegro que hayas aceptado la invitación después de nuestro último encuentro.

- Hola Neslihan... Buenas noches, Sedef.

- ¿Te quitarás el abrigo? – preguntó Can.

- Sí, claro – respondió entregándoselo.

- Pasemos a la sala. He pedido que nos sirvan un aperitivo antes de sentarnos a la mesa. Por supuesto para ti hay alternativas sin alcohol.

- Gracias – replicó escuetamente.

Una vez que estuvieron instalados en la sala, Azra sólo aceptó un vaso de agua. Tenía un nudo en el estómago y sabía que le sería casi imposible aceptar algo más y dudaba que después pudiera probar bocado en la cena.

- Bueno, madre. No le demos más vueltas. Tú me pediste hablar con Azra.

- Es cierto – contestó la mujer con resignación en la voz.

Azra no despegaba la vista de su exsuegra. No sabía si era por desconfianza o por incredulidad al verla tan "dócil".

- Azra, tal vez Can te adelantó algo. Esta semana ha sido particularmente dura. No es un secreto que tu presencia en nuestras vidas me recuerda la muerte de mi pequeña. También está el hecho de que tú misma le hayas confesado a Can que su matrimonio con Kerem era parte de una elaborada trampa.

- Lo entiendo – convino Azra sin darse cuenta que había estado conteniendo la respiración mientras Neslihan hablaba.

- Te voy a ser sincera. Tu presencia en la vida de mi hijo no es algo que me alegre, pero también entiendo que estás embarazada y que oponerme a su relación...

La redención de AzraWhere stories live. Discover now