Una forma digna de ganarse la vida

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Por acá otra vez para dejarle un nuevo capítulo que pondrá luz sobre ciertos hechos... El problema es que la reconstrucción de las confianzas a veces tiene avances y otras veces retrocesos.

Lo peor de ser un paparazzi independiente es que no tienes horario para tu trabajo. Cuando se presenta el chisme hay que estar atento. Además, hacía falta una gran dosis de buena fortuna, así como de buen olfato. De hecho, no había sido el olfato lo que lo había llevado hasta el hospital Istinye, si no que la buena fortuna. El viernes pasado se encontraba cubriendo la noticia del parto de una famosa modelo casada con un futbolista de Galatasaray en las afueras de dicho reciento. La nota prometía ser aburrida: una pareja normal, como tantas, debidamente casada. A las sociedades pactas, como la turca, le gustaba presumir de los matrimonios estables y bien avenidos, pero lo cierto es que, a la hora del chisme, siempre marcaba más visitas en el canal aquello que tenía que ver con infidelidades o hijos escondidos. Pero no siempre era sencillo encontrarse con esos secretos, por eso cuando había visto a lo lejos a Can Vural acompañado de una mujer, había dirigido hacia ellos el teleobjetivo de su cámara y había comenzado a grabar un video. Tal vez de todo ello salía algo interesante, había pensado. Algo que aumentara el número de visitas a su canal. Sabía que algunos de sus objetivos pensaban lo peor de él, pero al final de cuentas a todos les gustaba el chisme y él consideraba que, aunque algunos opinaran que era un buitre, su trabajo era tan digo y necesario como cualquier otro.

Mientras había dirigido su cámara hacia ellos, no esperaba encontrar algo tan sabroso, por eso se sorprendió cuando los había visto detenerse y luego constatar que él tocaba el vientre de la menuda mujer, para luego tomar su cara y besar su frente. Claramente la escena sugería intimidad. Si bien no se habían besado, ni habían caminado de la mano, estaba claro que eran pareja o al menos eso se podía deducir, sobre todo por los gestos de Can, que dejaban en evidencia su preocupación por el bienestar de su acompañante. Como estaban fuera del hospital, siguió grabando. No había prohibición de grabar en un lugar público. Cuando se trataba de personajes poderosos había que irse con cuidado, pues solían tener un ejército de abogados. Finalmente, la pareja había avanzado por la calle sin percatarse de su presencia, para luego subirse a una limosina que estaba en el embotellamiento, a una calle de distancia.

Si bien tenía material suficiente para subir su video, el día anterior había sido Navidad y aunque en su país, mayoritariamente musulmán, no era una fecha importante, cada vez más personas aprovechaban ese día para realizar actividades familiares y preparar el ambiente para la llegada del nuevo año. Por eso había realizado su transmisión un domingo a medio día, antes de la hora del almuerzo. Sin embargo, lo que ahora lo tenía trabajando en un domingo era la curiosidad. Desde que había editado bien las imágenes y había reparado en la muchacha con mayor detenimiento, su rostro se le había hecho familiar y no lograba recordar donde la había visto. Claramente no era ni modelo, ni actriz de moda. Aunque era bonita, no parecía tener el "perfil" de las conquistas habituales del señor Vural.

Conocía la historia de la trágica y polémica familia Vural desde hacía algunas décadas y había sido testigo de la transformación de Can Vural, de la muerte de su padre y hermana, del ostracismo social de la familia, que siguió a la muerte de esta última, de su conversión de hijo irresponsable en empresario estable y exitoso. Incluso había estado entre el escaso grupo de paparazzi que había logrado tomar fotos en su primera boda. Buscó en la web la frase "Can Vural boda" y de inmediato su computadora desplegó un sinnúmero de fotografías de la ostentosa boda de Berrak y Can Vural, que apenas había durado seis meses. ¡Vaya derroche de dinero para un matrimonio tan fugaz, pensó! Sin embargo, no quería ver imágenes de esa boda, así que filtró por fecha de búsqueda, retrocediendo a registros más "históricos" y ahí la vio. Estaba un poco cambiada, después de todo habían transcurrido ocho años, pero se trataba de la misma persona. Ahora el puzle calzaba totalmente: la novia misteriosa de Can Vural, la de la primera boda, era la misma mujer que había estado con él en el hospital de Instinye hace dos días. ¡Vaya coincidencia! ¿Será que se habían dado una segunda oportunidad? En una de las antiguas fotografías aparecía, al pie de la imagen, el nombre de la mujer: Azra Özak. Una rápida barrida por la web le permitió saber que la mujer era maestra... ¿En una escuela de Tarlabaşı? ¿Había leído bien? La noticia le causó gracia: Can Vural había embarazado a una anónima y aburrida maestra de escuela del barrio más espantoso de Estambul. Sí, era una buena noticia, pero al cabo de un par de semanas la gente olvidaría todo. Era una noticia sabrosa, sin duda, pero hasta las mejores historias terminan por cansar a las personas. Eso era lo más agotador de su trabajo: tener que buscar siempre una novedad. Las historias de cenicientas modernas siempre conmovían y seguramente esta historia le traería unas cuantas visitas adicionales a su canal, pero no sería más que eso. Todavía recordaba la historia del matrimonio Sarrafoğlu: se habían gastado ríos de tinta para hablar de la hija del conserje y el príncipe de la noche, pero pasado casi una década de su segundo matrimonio, la pareja vivía establemente en Estambul, dedicados a sus negocios y a sus dos pequeños hijos. Sin sobresaltos y sin escándalos. Sin duda esa era la historia más jugosa que alguna vez había reporteado, puesto que incluía embustes, secuestros, traiciones y hasta un intento de asesinato frustrado el día del matrimonio. Sin embargo, después de un tiempo, las aguas se habían aquietado y el joven matrimonio había recuperado la normalidad. Los matrimonios estables y enamorados terminaban por ser aburridos para el público y los ya no tan jovencitos Sarrafoğlu ya no servían de comidilla para tabloides.

La redención de AzraOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz