Asesoría legal

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Holaaaa... Les dejo otro capítulo porque las tuve muy abandonadas el fin de semana pasado, así que me estoy redimiendo. El que parece que todavía no se puede redimir es Can. Esperemos que no siga metiendo la pata, porque me temo que las lectoras ya le están quitando todo el crédito jijijijiji


Si había alguien en este mundo que sabía que todo podía cambiar de un momento a otro y que por eso había que estar preparado, ese era él. Había ido con la mejor de las intenciones a hablar con Azra, pero la noticia de los niños lo había trastornado y había ratificado todas sus aprensiones previas respecto a ella. Ahí estaba, como un idiota otra vez, con la sombra de la trampa rondándolo. No importaba cuántas veces cayera, estaba visto que nunca aprendía. La noticia lo había dejado todo patas arriba. O tal vez había sido su reacción excesivamente destemplada la que había vuelto todo patas arriba, pensó. Necesitaría al menos cincuenta sesiones con la doctora Saat para arreglar el desaguisado que había armado. Por más que su lóbulo frontal le advirtiera del peligro, porque Azra tenía la naturaleza de un alacrán y no se podía confiar en ella, una vocecita le insistía en que lo había estropeado todo y que, una vez más, se había precipitado. Luego su cerebro insistía y pensaba que seguramente ella había visto la oportunidad de salir de la pobreza obligándolo a mantenerla por el resto de su vida, pero por otra parte... ¿Si esa era la naturaleza de Azra por qué no se había buscado otro novio rico en todos estos años? Si bien los millonarios no eran tan numerosos, claramente una mujer con los encantos de Azra podría haber pillado a otro pelele que la mantuviera como reina si se lo hubiera propuesto.

Por otra parte, estaba el tema de los niños. Independientemente de la madre, había dos criaturas que llegarían a este mundo y él no se sentía preparado. No lo había estado con sus anteriores retoños y no lo estaba ahora.

Todavía no lograba asimilar la noticia y pese a que continuaba perplejo, no podía evitar preocuparse por la suerte de Azra, quien había huido de él como si tuviera la peste. Habría ido tras ella si no hubiera sido por ese entrometido que se metió entre ellos. A punto estuvo de irse a los golpes, pero entonces había visto a Azra perderse a toda velocidad entre el gentío y su rabia había sido sustituida por la preocupación por la suerte de ella y de sus pequeños. Claramente no era muy sano correr así estando embarazada. ¿O tal vez no estaba embarazada como se lo dijo o tal vez tenía menos tiempo y el bebé era de alguien más? El sólo pensar en esa opción hizo que la sangre le volviera a hervir.

Después de permanecer en la costanera durante un largo momento mirando el mar y procurando serenarse, había llamado al abogado Burak Sarrafoğlu, el especialista en derecho de familia que lo había asesorado en sus dos divorcios previos y en el proyecto de gestación subrogada fracasado. Le daba igual que fuese sábado, necesitaba saber en qué pie estaba jurídicamente hablando.

- ¡Can! ¿No me digas que ya estás listo para intentar un nuevo proceso de gestación subrogada?

- Hola, Burak – respondió Can – No te llamo por eso.

- ¿No?

- Al parecer hay un proceso de gestación no subrogada en curso – respondió haciendo gala de su humor negro.

- ¡Vaya!

- Pero las condiciones son... Especiales. Necesito verte – señaló Can con urgencia.

- Estoy en el club de golf de Atasehir. ¿Por qué no vienes y tomamos un aperitivo juntos? Mi partida ya está por terminar.

- Nos vemos allá – respondió Can cortando la llamada.

La redención de AzraWhere stories live. Discover now