Hallazgos inesperados

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Holaaaa chicas, por acá con otro capítulo. Este trae haaaaaarta dulzura, porque como que ya le di mucho al drama, así que acá hay un capítulo de descanso.


Eran las 17:20 horas y Azra no contestaba su teléfono. Si bien la sala de espera era bastante amplia, estaba claro que ninguna de las embarazadas que ahí había era Azra. Lo peor de todo era que no contestaba el maldito móvil. Aunque la cita para el ultrasonido estaba programada para las 17:30 horas, Azra le había advertido que ella llegaba al menos quince minutos antes para hacer el ingreso administrativo correspondiente y llenar las encuestas de salud que le hacían antes de cada cita. Si no fuera porque el vínculo entre ellos estaba recién recomponiéndose y sabía que no tenía crédito con ella, le habría exigido a Azra que Sarp hubiera ido por ella hasta la escuela. Procuró tranquilizarse asumiendo que, así como él había hallado un tráfico espantoso de camino al hospital, seguro Azra estaba metida en un atasco sin oír su estúpido móvil. Intentó también fingir que no era consciente de las miradas curiosas que unas cuantas mujeres le dirigían. ¿Qué haría un hombre solo en una maternidad era una pregunta obvia?

Abrió su móvil para aprovechar el tiempo leyendo al menos algunos correos de la oficina cuando un hermoso niño de unos dos años o tal vez tres, cruzó corriendo frente a sus ojos en dirección a una de las salidas. Tuvo el instinto de impedir su paso, pero en eso vio a su madre correr tras él llamándolo:

- Bariiiis – exclamó atajando al pequeño cuando estaba a un tris de salir por una de las puertas del centro - ¿Dónde vas? Vamos cariño, Savaş todavía está atendiendo pacientes. Debemos esperar en la cafetería. ¿Qué no quieres más leche?

La mujer luego se había dado vuelta desesperada, con el niño tomado de la mano, llamando a una tal Aysel, que en ese momento corría en sentido exactamente contrario a su madre. Afortunadamente, una de las enfermeras había impedido la huida de la risueña niña, si no la pobre mujer todavía estaría persiguiendo a los niños por toda la sala de espera.

- Gracias – suspiró la agradecida madre tomando con la otra mano a la niña – Estábamos en la cafetería esperando a Savaş. Me paré a buscar más leche y de pronto habían arrancado los dos.

- ¡Qué diablillos! No se preocupe, su marido ya está atendiendo a la última paciente.

- Volveré a la cafetería. ¿Puede usted avisarle que estoy ahí con los niños, por favor?

- Sí, claro. No se preocupe.

Can sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo y no supo si fue por ver a dos mellizos en "acción" e imaginarse lo que le esperaba o por el impresionante parecido de la madre de esos dos pequeños con Azra. La mujer se había ido con los dos niños de la mano en dirección opuesta y Can todavía los estaba siguiendo con la mirada, cuando Azra entró por la misma puerta por la que hace unos cuantos segundos había tratado de huir el pequeño terremoto de cabellos rubios y profundos ojos verdes.

- Siento el retraso – dijo respirando agitada.

Can reparó en ella y se puso de pie.

- ¿Te viniste corriendo? – preguntó incrédulo.

- ¿Cómo crees? Sólo caminé rápido.

- ¿Te sientes bien?

- Sí, claro. Déjame hablar con la recepcionista, seguro estoy atrasada.

- Tu móvil...

- Está muerto. Olvidé cargarlo anoche y me di cuenta que me quedaba diez por ciento de batería cuando venía hacía acá.

La redención de AzraWhere stories live. Discover now