Curiosidad

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Holaaaa nenas. Acá dejo otro capítulo. Me encantaría que puedan dejar sus comentarios respecto de lo que les plazca, ya sea sobre el desarrollo de la historia o del comportamiento de los personajes. Recuerden siempre que la canción que dejo en el encabezado procura amenizar la lectura y se vincula con cada capítulo.

Mil gracias por leer 


- Ya te lo dije – respondió serenamente Can mientras escanciaba la copa de Azra pese a que ella había señalado que no quería tomar vino – llámalo curiosidad.

- Cuando me viste en la escuela no parecías muy curioso que digamos – señaló ella con algo de resentimiento en la voz.

- La situación me tomó por sorpresa, eso es todo – mintió Can.

- ¿De verdad no sabías que yo iba a estar ahí? – preguntó Azra.

- ¿Cómo podía haberlo sabido? – inquirió Can fingiendo inocencia.

- En esa escuela me notificaron de la demanda de divorcio – respondió.

Can fingió sopesar la información, como si fuera nueva.

- Mi abogado nunca me dio esa información. Supongo que él averiguó por su cuenta – mintió – Sólo me dijo que te había notificado en tu lugar de trabajo y que era una escuela. Nada más.

- Ya veo – agregó Azra un tanto desilusionada – Pero tampoco parecías muy feliz de verme cuando fui a tu oficina – Azra procuró dar a su tono de voz un aire de broma. No quería que sonara como reproche, porque de verdad que no lo era.

- Estaba muy ocupado. Estas últimas semanas han sido realmente extenuantes – señaló distraídamente. No quería dar tantas explicaciones. Odiaba dar explicaciones, más si ni siquiera tenía una lógica para dar. Lo que hacía era una locura y él lo sabía mejor que nadie.

- ¿Te gusta el queso gorgonzola? – preguntó Can procurando cambiar de tema.

- Sí

- Te recomiendo combinarlo con la pera.

Azra le hizo caso a Can, pese a que todavía se le dificultaba comer con toda la atención de él puesta sobre ella.

- Bueno dijiste que me habías invitado por curiosidad, así que, si tienes curiosidad sobre algo, sólo pregunta – señaló Azra, más por eliminar los prolongados silencios que por interés en responder las dudas de Can. Lo que de verdad le hubiera gustado es que la interrogación corriera por su cuenta. ¿Te casaste enamorado? ¿Por qué no funcionó tu matrimonio? ¿Todavía sientes algo por mí? Pero de alguna manera sentía que no tenía derecho a hacer esas preguntas y que, en caso de formularlas, éstas no serían bien recibidas.

- ¿Cómo llegaste a trabajar en esa escuela? – Can cortó sus elucubraciones con esa sencilla pregunta.

- Cuando nos separamos – rememoró Azra un tanto cohibida por tener que partir de ese hecho – renuncié al club.

- Sí, eso lo sé. Mi madre estaba furiosa porque le quitaste el placer de hacer que te despidieran – replicó Can. El tono bromista que empleó y la sonrisa de medio lado que esbozó le dieron a Azra la idea de que en verdad no estaba molesto por tener que recordar algo así.

- Bueno, el asunto es que postulé a un crédito solidario para finalizar la licenciatura en pedagogía, que tenía pendiente. Me matriculé en la universidad para terminar las asignaturas que me restaban, una de las cuales era la práctica docente final. Estaba muy desesperada por terminar pronto, así que acepté la primera asignación de práctica que recibí y resultó ser en la escuela en la que trabajo ahora. Cuando finalizó mi período de práctica, se abrió una plaza para maestra permanente y como el señor Yilmaz estaba satisfecho con mi trabajo, pues me ofrecieron el puesto. Esa es la historia.

La redención de AzraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora