Borraré

61 7 2
                                    

Holaaaa... Nuevo capítulo y mejor no les adelanto nada, aunque creo que Azra me ha decepcionado un poco. Es curioso uno intenta crear ciertas características para los personajes, pero según voy escribiendo aparecen ideas que me hacen ver que, incluso los personajes de ficción, pueden ser un mar de contradicciones. Muy agradecida de sus comentarios, especialmente al capítulo anterior, que me hicieron ver la historia de otro modo.


Recogió su maleta de la recepción agradeciendo al recepcionista el haberle permitido usar la custodia del hotel. El pobre hombre se había visto en la necesidad de preguntarle si había algún problema cuando la había visto bajar, dos horas antes, con su equipaje en plena madrugada.

Azra había tenido la precaución de sacar su ropa de la habitación antes que Can despertara. No quería vacilar, no quería dar marcha atrás y sabía que era muy posible que él la convenciera mientras hacía su maleta. Ese hombre tenía la habilidad de persuadirla de un montón de cosas.

Pese a que eran las siete de la mañana, se fue caminando a su casa. La distancia no era excesiva, pero tampoco resultaba muy razonable hacerla a pie. Sin embargo, sabía que esos minutos de soledad serían necesarios. Tenía que serenarse porque todavía faltaba volver a casa y dar explicaciones allá. De todos modos, nada podría ser peor que haberlo dejado. No habría cosa que su madre pudiera decir que la hiriera más que haber tenido que dejar atrás a Can Vural.

Afortunadamente sólo le quedaba una semana de vacaciones, ya que comenzando el mes de septiembre volvía la actividad a la escuela. Lo más sensato era retomar su vida anterior y llenar sus días con trabajo y más trabajo, procurando tener la menor cantidad de tiempo libre posible.

Cuando entró en su departamento ya eran pasado las ocho de la mañana. Su madre, al verla entrar, se puso manos en jarra y le espetó:

- ¡Vaya! ¡Has vuelto! ¿Qué ya volvió la dueña de la mascota que cuidabas? – preguntó con la voz cargada de ironía.

- Algo así – respondió Azra encerrándose en su habitación.

Desde el otro lado de la puerta oyó a su madre gritarle:

- Ni creas que me trago ese absurdo cuento. Ya me enteraré de la verdad, aunque tú y tu hermana quieran verme la cara.

Se dejó caer sobre su cama y cerró los ojos. Pese al dolor que oprimía su pecho, se durmió. El haber pasado la noche en vela le estaba pasando la cuenta a su cansado cuerpo. Sin embargo, no pudo dormir tanto como hubiera querido, puesto que unas horas más tarde su hermana la agitaba vigorosamente para que despertara.

- Mamá salió de compras, así que este es el momento para que me cuentes todo – exigió.

- Quiero dormir – dijo Azra.

- ¿Por qué estás acá? ¿Te peleaste con Can?

- No. No peleamos, sólo comprendí que no podía seguir con él – respondió apesadumbrada.

- ¿No fuiste tú la que me dijo hace unos meses que preferías experimentar el amor, el vértigo y el abandono?

- Y ya experimenté el amor y el vértigo. Ahora experimento el abandono.

- Muy chistosa. Ya dime la verdad.

- No hay más verdad Semra. Sencillamente no puedo seguir con él, aunque lo ame con locura.

- ¿Te dijo algo? ¿Se aburrió de ti?

- No.

- No estoy entendiendo nada.

La redención de AzraWhere stories live. Discover now