Capítulo 2

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La frágil voz de mi madre me despierta del sueño.

-Jessica, cariño, ya estamos en casa -dice con un tono coinciliador-

Revolviéndome en el asiento trasero del coche definitivamente decido salir. Abro la puerta, pongo un pie fuera, y apoyo el otro. Una intensa punzada me paraliza el cuerpo. No puedo andar.

-Mamá -pronuncio con una voz dolorida- me duele mucho el pie.

-Jessica, quédate en el coche, te llevaré en un momento al hospital -contesta preocupada-.

El motor del Seat León se pone en marcha. Me ato el cinturon, y en 10 minutos porfin llegamos al hospital.

Mi madre me coge el brazo y lo apoyo en su cuello, para facilitarme el andar. Lenta y cuidadosamente entramos por la puerta del hospital, y esperamos en la sala. Decido quitarme la bamba izquierda para tener el pie más suelto, ya que me apretaba y sentía mucho dolor. Me desato los cordones de mi maravillosa All Star, y me dejo la bamba en la mano. Veo como mi tobillo se incha, lo tengo en un tono rojizo tirando para morado, eso no és una buena señal... Escucho la voz de mi médico de cabecera.

-Jessica Ruiz -expresa rotundo-.

Mi madre me ayuda a levantarme, y entramos en la sala.

-Cuéntame qué te ha pasado, Jessica.

-Pues verás -digo con un hilo de voz- esta mañana, a causa de unos problemas personales, no tube más remedio que saltar por la ventana del segundo piso, y noté una fuerte punzada en el pie izquierdo. Cada vez me duele más, y me lo veo peor.

-Echaré un vistazo a ese tobillo -contesta, divertido-.

Se acerca a mí, me coge el pie, y aprieta en ambos lados de mi tobillo. ¡Ah! Me duele, pero me contengo.

-Me parece que se a roto el tobillo, señorita. Vamos a tener que escayolárselo, le ofreceremos unas muletas, y tendrá que estar 2 semanas tomando Paracetamol 2'5mlg, ¿de acuerdo? -dice con un tono profesional-

¡Oh no! 2 semanas con muletas, ¡y mañana és mi primer día de bachillerato! El primer día, y con la pierna escayolada. Comenzamos bien...

-Vale -contesto reprimida-.

Salimos del hospital, la pierna me pesa mucho a causa de la escayola, y a parte, estas muletas són super incómodas. ¡Vaya mierda! Subo al coche, y arranca.

-Jessica, no pasa nada, solo serán 2 semanas, no te preocupes -dice en un tono suave, muy propio de mi madre-.

-Mamá, pero esque mañana és mi primer día de bachillerato, y no quiero ir así -contesto entristecida-.

Llevamos 5 minutos de trayecto, hay un silencio muy incómodo en el ambiente del coche, decido romper el hielo.

-Mamá, ¿qué te pasa? -digo frágil, en un tono de niña buena-

-Hija, no me pasa nada. De veras, siento todo lo ocurrido. No me esperaba que tu padre volviese, y menos de estas maneras. Hace tiempo que huimos de él, no se del todo por qué. No se tomó bién lo del divorcio, y pidió tu custodia. Los jueces rotundamente se la negaron, era un borracho, ¡qué iba a saber él de cuidar a una niña de 18 años como tú!. No iba a permitir perderte, y menos por ese hombre -explica enfadada, pero a la vez desconsolada. Las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos-.

-Mamá, yo nunca habría dejado que eso pasara. Siempre he estado, y siempre estaré a tu lado. Nadie nos va a separar jamás. Te quiero muchísimo, mamá -respondo en un tono coinciliador-.

Ya hemos llegado a casa, abro la puerta, y salgo con un poco de dificultad. En la casa de al lado unos hombres llevan y vuelven grandes cajas de cartones, será una mudanza. ¡Qué bien, vecinos nuevos!

Entramos en casa, no tengo mucho apetito, así que me tomo un tazón de leche con cereales, me tomo un Paracetamol, y me siento en el sofá. ¡Oh dios, qué descanso, qué tranquilidad!

Suena el timbre. Mi madre está en la cocina así que me dirigo a la puerta y abro.

Veo plantado ante mi a un hombre, más o menos de la edad de mi madre, acompañado de un joven, seguramente su hijo.

Me pierdo en la maravillosa mirada verde de ese joven Diós, tiene el pelo castaño claro, con algunos mechones que le caen por la frente. Su piel es dorada, y tiene una sonrisa perfecta, tan reluciente, tan blanca, ¡Tan todo!. Lleva una camisa de tirantes verde, que deja ver sus asombrosos bíceps, y unos tejanos negros muy ajustados, que le hacen una figura perfecta. Lleva unas Andy-z verdes a juego con la camisa. ¡Madre mía, qué guapo és! Aparenta unos 18 años. ¡Como yo! De la impresión se me cae una muleta al suelo. ¡Mierda, qué torpe!, sin darme cuenta el joven Diós se agacha, la coge, y me ofrece la muleta.

-Me llamo Kevin, Kevin Gómez. Y éste és mi padre Saúl. Nos acabamos de mudar aquí al lado, y queríamos presentarnos a los vecinos.

-E...encantada. Yo soy Jessica, y mi madre está en la cocina, se llama Gloria. Entonces, ¿os habéis mudado aquí al lado, no? -le alargo la mano a su padre, y me la estrecha-.

-Encantado de conocerte Jessica. Sí, hace unas horas. Por cierto, eres muy guapa. ¿Cuántos años tienes? -responde con una sonrisa reluciente-.

¡Muy guapa! ¡Yo! Oh dios, mi cuerpo se revuelve.

-Y... yo tengo 18 años, ¿y tú? -suelto con un hilo de voz-.

-También. Mañana es mi primer día de bachillerato. Voy a segundo de bachillerato.

-¡Yo también! -respondo divertida-.

-Entonces, mañana nos vemos Jessica. Encantados de conocerte, y saludos para tu madre. -dice, sin quitar esa bonita sonrisa de su cara, se me acerca, y me da dos besos-.

-Hasta mañana, Kevin. Buenas noches, Saúl.

Cierro la puerta. ¡Diós mio! ¡Tengo un nuevo vecino, un vecino buenorro, y de mi misma edad! No puedo pensar en otra cosa que en sus mechones de pelo cayéndole por la frente, y esos intensos ojos verdes. La voz de mi madre interrumpe mis pensamientos.

-Jessica, cariño, ¿quién era?

-Són los nuevos vecinos mamá -le respondo-, han venido a presentarse, el mayor es Saúl, tendrá unos 40 años. Y a venido acompañado de su hijo Kevin, de 18 años.

-Vaya, que interesante -contesta-, tengo que recoger la cocina y el salón, són las 11pm, és tarde. Prepárate la mochila y la ropa para mañana, y acuéstate -me ordena-.

-Está bien. Buenas noches mamá.

Subo a mi habitación, me preparo la ropa para mañana, y me meto los libros y la libreta en la mochila. Pongo la alarma a las 6:30am, así me ducharé. Pongo a cargar mi iPhone 6, y me acuesto. Me revuelvo entre las sábanas. ¡Qué ganas tengo de que llegue mañana, sobretodo para ver a Kevin!. Qué casualidad que ellos también se hayan mudado hace poco, y encima en la casa de al lado. Quizás, ¿el destino? Oh dios, que bonita casualidad.

Cierro los ojos, y me duermo.

ObsesiónWhere stories live. Discover now