Capítulo 21

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No tengo fuerzas para sostenerme de pie. Me siento en el suelo con la espalda apoyada en la pared del párquing, y me llevo mis manos ensangrentadas a la cara. La lágrimas fluyen y fluyen sin parar de mis ojos, pero me lo merezco. Me merezco todo esto, por imbécil, y porque por mi culpa Jessica esta así. Mi padre viene corriendo hacia mí.

-¡David! -al verme sangrando se para en seco-. Pe...¿¡pero qué te ha pasado!?

No soy capaz de pronunciar ni una sola palabra. Cuando llega a mí, se arrodilla, y me coge las manos con cuidado.

-¿Por qué te haces esto? -me dice preocupado-.

-Porqué me lo merezco, papá. Todo es mi culpa -le abrazo fuerte-.

-Vamos arriba a que te curen esto, anda.

Estira de mí y me levanta, y subimos al hospital. Entramos en la habitación de Jessica.

-Quédate aquí, iré a por un médico para tus manos.

Sale por la puerta.

Apoyo mi cara entre las manos, con los codos en la camilla de Jessica.

-Esperaré el tiempo que haga falta, Jessica. Sin tí no soy nada. -alargo la mano, y le acaricio la mejilla con el dedo índice, con mucho cuidado.

Los párpados de Jessica comienzan a temblar, y se le entreabren los ojos.

-¿Esperar a qué, llorón? -la voz rota e irónica de Jessica me devuelve la vida, la alegria, las ganas de vivir-.

-Je...Jessica. Has despertado -las lágrimas caen por mis mejillas, pero de alegría-.

-¿Despertado de qué? Pero... ¿Cuánto tiempo llevo aquí? ¿Que me ha pasado? -pregunta confusa-.

-Llevas 1 mes en coma, amor. Te he echado de menos, lo he pasado fatal. Pensaba que no podría volver a escuchar tu dulce voz nunca más. Siento haberme ido, de verdad. Ahora tengo muy claro lo que quiero, y es a tí -le beso, le beso intensamente, no quiero dejar de hacerlo nunca. La amo más que a mi vida-.
Jessica se intenta sentar, pero hace una mueca de dolor.
-No hagas esfuerzos, cielo, te cuidado -le coloco mi mano en la espalda y la apoyo lentamente en la camilla de nuevo- Ahora vuelvo, voy a por el médico.
Salgo al pasillo y veo a mi padre y al doctor dirigiéndose a la sala de Jessica. Corro hacia ellos.
-¡Papá! ¡Gloria! ¡Doctor! -grito entre lágrimas-.
Corren hacia mi y me cogen de los hombros para sostenerme, llevo varios días sin dormir, por ella. El dolor y la culpabilidad que sientía era tan grande que no podía con ello, me temblaban las piernas.
-¿Qué pasa David? -mi padre me agita-.
-Jessica.. -no soy capaz de articular palabra-.
-¿¡Qué le ha pasado a Jessica, David!? -grita Gloria exhausta-.
-Ha despertado -pronuncio-.
Todos se quedan boquiabiertos, mirándome. Nos dirigimos a la habitación de Jessica, y al entrar su madre corre hacia ella.
-Cariño, ¿cómo estás? Pensaba que iba a perderte. -dice entre sollozos-.
-Eso nunca pasará, mamá -sonríe-.
-Eres una chica muy fuerte, Jessica. Eres muy valiente -le dice el doctor- ¿Cómo te encuentras?
-Perfectamente, aunque me duelen un poco las cervicales.
-Es normal, no te preocupes. Llevas 1 mes escayolada, las esguinzes y roturas estan solidificadas, ya te lo podemos quitar todo, y en un par de días podrás volver a tu casa. Pero necesitas una semana de reposo, nada de esfuerzos, ¿entendido? -explica el doctor-.
-Está bien -sonríe Jessica-.
El doctor llama a los médicos, y comienzan a quitarle las escayolas.

Pronto volverá a estar a mi lado, mi vida vuelve a tener sentido si está ella conmigo.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora