Capítulo 35

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-A ver, explícame qué ha pasado exactamente -me intenta tranquilizar-.
-A los pocos minutos de llamarte mamá, m... mi padre, Fabián, apreció. Estaba furioso. ¡Quería llevarme con él! -se me quiebra la voz e inevitablemente empiezan a resbalar lágrimas por mis mejillas, pero intento proseguir- Mamá intentó escapar, pero le salió mal la jugada, y de un puñetazo en la mandíbula la dejó inconsciente.
-¡Qué! -grita Saúl y se lleva las manos a la cabeza, horrorizado- ¿Y mi hijo? ¡¿Dónde está mi hijo?!
-Entonces K... Kevin apareció -sigo explicándole-, y al escucharme gritar no dudó en entrar y abalanzarse sobre él. Se pelearon y él... Él apuñaló 2 veces a Kevin, y salí corriendo calle abajo, para que no pudiera cogerme. ¡Ha sido horrible, Saúl! No he podido ver a Kevin, y el médico dice que mi madre está muy grave... Si hubiera sido más valiente, y hubiera actuado antes, quizás nada de esto hubiera sucedido -rompo a llorar con fuerza, ese pensamiento no deja de atormentarme, me siento tan culpable...-.
-Escúchame Jessica. Nada de esto ha sido tu culpa, ni mucho menos. Hiciste bien al salir corriendo, yo habría hecho lo mismo -me coge por los hombros, me mira fijamente y me abraza- Todo pasará, cariño. Todo se solucionará, ya lo verás.

Durante unos minutos nos quedamos en silencio, sin separarme ni un segundo de sus brazos. No puedo dejar de pensar en lo sucedido. Saúl dice que todo se solucionará... Pero yo no lo veo tan claro. Sé que la esperanza es lo último que se pierde, y que hay que ser positivos, pero si él hubiera estado en mi piel sabría como me siento. Hasta que mi padre no desaparezca, nos va a hacer la vida imposible. Esas duras palabras que mi madre pronunció... No me las puedo sacar de la cabeza. Mi madre es fuerte. Sé que saldrá de esta, como siempre. Es una guerrera.

-Jessica, vamos al hospital -Saúl interrumpe mis pensamientos, noto los gestos de preocupación en su rostro, aunque intente disimularlo con una falsa sonrisa- Tengo que ver a mi hijo, y a tu madre. Lo necesito.
-Pero Saúl, el médico ya me dijo que mamá estaba muy débil y hasta mañana lo mejor sería dejarla descansar... -le respondo-.
-Aunque sea necesito ver a mi hijo, a saber como está. ¡Joder, ese desgraciado va a pagar lo que ha hecho, no sabe dónde se ha metido! -de la preocupación pasa a la euforia, y se dirige a la puerta-
-Por favor, no te vayas, ¡no me dejes sola! -voy corriendo al cajón de la cocina donde estaba la nota de mi padre, no se porqué no la tiré cuando la cogí, y voy a enseñársela a Saúl-.

Saúl se queda unos segundos mirando fijamente al papel, e instantes después aprieta el papel en su puño con todas sus fuerzas y lo estampa contra el suelo del salón.

-Tú vienes conmigo. Dormiremos en mi casa, no te preocupes. No te voy a abandonar, aquí, indefensa. Solo quiero pasarme un momento por el hospital para ver cómo está Kevin, y volveremos a casa para descansar hasta mañana. ¿Te parece bien? -me dice con una voz suave-.

Inmediatamente asiento. Corro hacia mi habitación, meto en mi mochila de clase las 4 cosas que necesito: el pijama, una muda para mañana, el peine, el cepillo de dientes, y mi móvil. Espera. ¡Si no tengo móvil! ¿Qué voy a hacer yo ahora sin móvil, incomunicada? Bueno, eso es lo que menos me importa.

-¡Jessica, vamos, antes de que sea más tarde! -me grita Saúl desde abajo-.
-¡Ya estoy! -le respondo, mientras bajo las escaleras a toda velocidad-.

ObsesiónWhere stories live. Discover now