Capítulo 34

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Esas palabras me suenan a despedida. ¿Por qué se despide de mí? NO. Me niego a vivir sin ella, ella siempre me lo ha dado todo y me siento muy impotente al no poder hacer nada para ayudarle en esto. Daría mi vida por su sonrisa. Mi madre, mi compañera de vida, la única fiel. Pero aún nos queda mucho que vivir. Saldrá de esta, confío plenamente. Es joven y es fuerte. Ella puede con todo.
-Prométemelo, Jessica -me repite-.
-Te lo prometo, mamá. Te lo prometo -me acerco a ella y le doy un abrazo fuerte, muy fuerte pero con cuidado de no hacerle daño, y me besa la frente-.
El doctor entra, y me dice que debería irme ya, que es tarde y mi madre debe descansar. Asiento con la cabeza.
-Te quiero mamá, no lo olvides ¿vale? -le vuelvo a abrazar y le beso- Eres la mejor madre que me podría haber tocado.
-Yo también te quiero, hija. Más que a mi propia vida -y me besa-.
Salgo de la sala, y miro por última vez a mi madre a través del cristal, melancólica.
-Tranquila. Todo saldrá bien. Vete a casa y descansa -me dice el doctor- Y mañana vuelves.
De repente me lanzo a los brazos del doctor, y le abrazo. No se porqué, pero me ha salido del corazón. Ha sido un impulso. Le apreto fuerte contra mí, y me acaricia la espalda. Es el único apoyo que tengo ahora mismo.
Voy para mi casa, y en unos 15 minutos llego. No paro de dar vueltas una y otra vez a las palabras que me dijo mi madre. Es tan duro despedirse de alguien a quien amas, aunque no vaya a ser un adiós definitivo...
Abro la puerta y dejo la chaqueta posada sobre el respaldo de la mesa del comedor. Observo el desastre.
Un rastro de sangre desde la cocina hasta el comedor. Cristales, muebles y electrodomésticos rotos, tirados por los suelos y hechos añicos. Necesito despejarme un poco, así que me pongo a limpiar. Barro, friego y recojo todos los desperfectos.
En 1 hora y media que tardo, ya lo tengo todo arreglado. Observo la casa, y sin duda se nota la falta de mi madre. La noto vacía, me siento sola.
Creo que lo mejor va a ser irme a dormir... Pero antes, que no falte mi tazón de leche con cereales luxy pop.
Voy para la cocina, me relleno el tazón de leche y lo caliento 1 minuto en el microondas. Después echo los cereales, y abro el promer cajón de los cubiertos para cojer una cuchara. De repente, se me cae el tazón al suelo al ver algo que me aterroriza. En el cajón hay una nota. Una nota que dice 'Esto no va a acabar así. ¿Ahora quién te proteje, cariño?' No, no, no. Porfavor. No puede ser, ¿otra vez? ¿Porqué este desgraciado se ha propuesto hacerme la vida imposible?
Suenan dos golpes en la puerta. Me quedo inmóbil, sin saber cómo reacionar. ¿Ha vuelto? Como sea él, voy a tener un problemón. Porque, saltar desde mi ventana otra vez y romperme el otro pie, no es una opción. De repente mis pulsaciones suben. Tengo el corazón a 1000 por hora. Suenan otros 3 golpes. Corro hasta mi cuarto a por el teléfono pero... ¡Mierda, no tengo teléfono!
Voy corriendo al salón y cojo el teléfono fijo de casa, y marco el 112.
-Buenas ¿cuál es su emergéncia? -responden al instante esta vez-.
-Estoy sola en mi casa y un señor, más bien mi padre pero están divorciados, quiere llevarme con él -suspiro, y suenan otros tres golpes en la puerta-Esta mañana a agredido a mi madre y a mi ex pareja. Tienen que hacer algo, estoy sola, estoy indefensa -le digo nerviosa. Y desde detrás de la puerta se oye la voz de Saúl llamándome-.
-Está bien, ahora enviamos una patrulla díganos su... -le corro-.
-Disculpe, ha sido una equivocación, siento mucho las molestias, solo es un vecino que ha venido a verme -y cuelgo rápido, avergonzada-.
Corro a la puerta, y aún así un poco temerosa la abro. Cuando veo el rostro de Saúl, me tranquilizo de inmediato. Entra, y cierra la puerta. Observa la casa, vacía.
-¿Dónde está tu madre? Me había llamado ¿no? Acabo de llegar de un viaje de trabajo y he escuchado su mensaje de voz, parecía importante.
-¡Tendrías que haber venido antes, joder! ¡Por tu culpa ha pasado todo esto! ¡Si tú hubieses llegado a tiempo, no estaría mi madre así, ni Kevin! -le reprocho-.
-P...Pero Jessica, no he podido venir antes. En cuanto lo escuché he venido, he estado todo el fin de semana fuera. Pero... Kevin. ¿Dónde está mi hijo? ¿Lo has visto? -pregunta, sin enterarse de nada-.
No tengo palabras ni fuerzas para volver a explicar lo ocurrido. Simplemente, me tiro a los brazos de Saúl, me hundo en su pecho, y rompo a llorar.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora