Capítulo 12

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David me deja despacio en el suelo, y me dice que me quede detrás suyo mientras no separa la mirada de él.

-¡¿Qué haces aquí, Kevin?! ¡Creo que te dejé muy claro que no quería volver a saber nada tí! -grito exhausta-.

Kevin me mira fijamente, y no dice nada. Da un paso adelante, y yo doy uno hacia atrás. El miedo recorre mis venas, no se que hacer ni que decir. ¿Porqué ha vuelto? ¿Qué hace aquí? No quiero que se me acerque, después de lo de Lucía lo único que siento hacia él es repugnancia.

-¿Que quieres, tio? -David rompe el silencio-.

-A ella -Kevin se muerde el labio lleno de fúria mientras nos mira a mí y a David, que por el pánico estoy aferrada a él y no quiero soltarle-.

¿Que va a hacer? ¿Por qué no puede dejarme en paz? ¡Estoy harta de él!

-Kevin, márchate. No quiero tenerte cerca. No te quiero. Déjame en paz -le digo, sin ningún miramiento-.

-No me iré de aquí si no és contigo, Jessica -me dice con una mirada intimidante-.

-No se va a ir contigo. No quiere nada de tí. Vete -dice David algo enfadado-.

-¿A no? ¿Quieres ver como salimos juntos por esta puerta? -responde Kevin, vacilante-.

David da un paso adelante, le empuja, y le indica la puerta. Kevin le suelta un golpe en la mejilla izquierda y David escupe algo de sangre, y se lanza sobre él. Se nota que David a ido al gimnasio, está mucho más fuerte, Kevin no sabe dónde se ha metido enfrentándose a él. Corro hacia el balcón de la habitación, talvez si salto al balcón de la habitación de al lado y pido ayuda podría hacer algo.

-Quieta ahí, putita -me suelta Kevin con desprecio-.

David lo coge del cuello y lo estampa con una mano contra el suelo mientras con la otra le golpea varias veces la cara. Kevin ya no se mueve, pero él sigue.

-¡David, para. Vas a matarlo, y te meterías en un lío! -le grito asustada-.

Hace como si no me hubiese escuchado y ahora le da con mucha más fuerza, y más rápido.

De repente Mar entra en la habitación, y al ver a David encima de Kevin, que tiene la cara ensangrentada, se lanza sobre su hermano.

-¡¿David, qué has echo?! ¡Para ya! -le grita desesperada-.

David finalmente se levanta, y mira hacia mí. Las gotas de sudor le caen por la sien, tiene los puños desgarrados por los impactos contra la cara de David, y tiene la camisa llena de sangre. Se arranca la camisa y la deja en el suelo al lado de Kevin, y le escupe. Kevin sigue inconsciente, pero me da igual. El único que me importa es él. David mira a su hermaa, y le abraza.

-Mar, yo no he buscado nada de esto. Él apareció aquí y s...se la quería llevar, no tuve otro remedio -dice David con la voz entrecortada-.

-¡Pero mira cómo lo has dejado, David! ¡¿A tí qué te pasa?! ¡Eres un inconsciente! -le responde, furiosa-.

-Y...yo...lo siento, de verdad, yo no quería... -el rostro de David muestra preocupación-.

Me acerco a Mar, y le digo que no ha sido culpa de David mientras me dirigo a él y le abrazo con todas mis fuerzas. Ella se lleva la mano a la frente, preocupada, va a por una toalla mojada y le limpia la cara a Kevin, que aún no ha despertado, llama a tres amigos, y bajan a Kevin al salón. Nos mira, y se va.

-Siento que hayas tenido que ver esto, Jessica -me dice preocupado, mientras me abraza y apoya su cabeza en mi cuello, entre mi pelo-.

-No, la culpa es mía, tú solo me has defendido. Muchísimas gracias, enserio. No sé que habría hecho conmigo si llega a cogerme o...-David pone su dedo en mis labios-.

-No digas nada más, solo bésame -su intensa voz me revuelve el cuerpo-.

Me tumba sobre la cama, se pone sobre mí, y me besa. Su lengua busca la mía con desesperación. Va dejando un hilo de besos sobre mi piel desde los labios hasta el cuello, y siento un cosquilleo muy adentro.

-Jessica...yo... No sabría que hubiese hecho si ese cabrón llega a tocarte -me susurra nervioso-.

-No, David, no te preocupes. Mientras estés a mi lado estaré bien. No necessito nada más, solo te necesito a tí -le respondo para calmarlo-.

Para de besarme y se sienta en la cama, y fija la mirada en la mancha de sangre de la moqueta. Me levanto, y le miro.

-¿Qué pasa?

-Nada...solo que...no sé, estoy confuso -hace una breve pausa- No me imagino una vida sin tí, Jessica. Sin tus besos, sin tus caricias. Me has dado tanto en tan poco...

-Oh, David -le acaricio la mejilla-.

-Tengo miedo, tengo miedo a perderte, a enamorarme de tí y equivocarme. Lo que siento contigo... no sé. Nunca nadie me ha hecho sentir lo que tu me haces, solo con tocarme la piel me arde, me arde de deseo. Te quiero -me dice, con la cabeza agachada-.

-Vaya, vaya... encantada de conocerle, don Sentimental -le suelto irónica para salir de este momento de preocupación-.

-Está usted muy graciosa, eh, señorita -levanta la cabeza, me sonríe, me sienta en sus piernas, y me besa intensamente-.

Me aprieta contra él, y noto sus abdominales en mi vientre. Esos musculosos brazos rodeándome... No, no quiero que esta sensación me abandone, no quiero alejarme de él.

-Deberíamos bajar, a saber lo que piensa tu hermana de nosotros -le suelto-.

-Tienes razón, vamos -se coloca una chaqueta, me coge de la mano y bajamos a la fiesta-.

Nos acercamos al grupo de Mar, y David se queda hablando con Sheila, una chica alta, con el pelo liso, rubio y largo, y unos intensos ojos azules. Me acerco al bar, me siento en el taburete y le pido una copa al barman. Pasa 1 hora y sigo aquí sentada.

¿Qué le pasa a ese tío? ¿Me da cuatro besos y después me olvida? Le da una paliza a mi ex novio, ¿para qué? ¿para luego hacer como si yo no existiera para él? ¿como si no me conociera? Estoy muy furiosa, pero el alcohol me nubla la mente. Llevo unas...no se...6 copas.

De repente Kevin se me acerca.

-¿Qué haces? ¡Kevin déjame! -grito-.

Todo el mundo se me queda mirando, y entonces David me agita.

-¿Qué dices de Kevin, Jessica? Soy yo, David, estaba buscándote desesperadamente y no te encontraba.

-Sí, sí. Muy preocupado. Seguro. -bebo un trago, y dejo la copa en la barra, la dejo sinquerer muy al borde y se cae- ¡Mierda! Ca...camarero, ponme otra.

-No, no le pongas ninguna. ¿Jessica, te has visto? ¡Estás borracha!

-¿Perdona? ¿Qué eres, mi madre? Tengo 18 años, creo que si me da la gana tengo derecho a emborracharme ¿no?

-Jessica... -me mira fijamente-.

-Anda, vuelve con Sheila. ¿No estabas tan entretenido hablando y riéndote con ella? Pues va, ya tardas -las palabras me salen solas, mi mente no las analiza, lo veo todo borroso-.

-Jessica, voy a llevarte a tu casa -me dice, autoritario-.

-De eso n...nada. Estoy per...perfectamente. No necessito n...ningun ni...niñero. -los párpados me pesan-.

Entonces, me caigo. Estoy mareada, no veo nada, solo escucho la voz de David a lo lejos.

De repente me elevo del suelo. ¿Estoy volando? Giro la cabeza, y veo a David, estoy en sus brazos, se nota que está preocupado. Creo que me he pasado.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora