Capítulo 4

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Me suena el despertador a las 6:20am. Voy al baño, enciendo la ducha, me desnudo, y dejo que las gotas de agua fluyan por mi cuerpo. Me enjabono, y seguidamente, me enjuago el pelo, y me echo la mascarilla. Espero 2 o 3 min y vuelvo a enjugarme el pelo. ¡Adoro esta mascarilla! Deja el pelo tan suave... Salgo de la ducha, miro el reloj: 6:35am. Bien, tengo 15 min. Me visto, esta vez me decido por una camisa rosa, una chaqueta de cuero negra, y unos pantalones cortos negros, a juego con la chaqueta. Me pongo unos tacones no muy altos del mismo color que la camisa. Me seco el pelo, mi maravilloso pelo largo y ondulado. Me pinto los ojos y los labios, me echo colonia, y me cargo la mochila en la espalda. 6:50am. Escucho el fuerte pito de un coche. ¡Oh, será Kevin! Bajo las escaleras, y salgo por la puerta. ¡Oh dios mio! Kevin está realmente sexy, lleva una camisa roja de manga corta muy ajustada, unos pantalones negros largos, ajustados también, y unas gafas de sol Rayban. Lleva un asombroso ferrari de un color rojo intenso, descapotado. Me subo, y le saludo.

-Buenos días, Kevin -digo vergonzosa-.

-Buenos días, princesa -contesta muy seguro de si mismo, y me sonrojo-

¿Princesa? ¿Yo? ¡Madre mía, este chico me vuelve loca!

Llegamos al instituto.

Las 6 infernales horas ya han pasado, estoy muy cansada, y me duele la pierna. Voy bajando las escaleras del instituto. Entonces Kevin corre hacia mí y me coge entre sus brazos.

-¡Kevin -grito-, suéltame!.

-De eso nada. A las princesas, se les lleva como princesas -y me dedica una amplia sonrisa-.

Me ruborizo. Me coloca en el asiento delantero del ferrari, el de copiloto. Arranca, y nos vamos, no se a dónde.

-Kevin -digo suave- ¿dónde vamos?.

-Sorpresa -me mira, me giña un ojo, y se vuelve hacia la carretera de nuevo-.

Llevamos media hora de camino, vamos montaña arriba, me muero de intriga. Me pone un antifaz. Me coge en brazos, y me coloca sobre una espécie de tela muy suave. Noto la hierba. Me quita el antifaz. Veo el sol poniéndose, el cielo está con un color anaranjado, es verdaderamente hermoso. Estamos sentados uno al lado del otro, encima de un mantel, con una cesta de mimbre llena de fruta, sandwiches, bebidas...

-¿Te gusta? -me pregunta, vergonzoso-.

-Me encanta, de verdad. És un lugar muy bonito -respondo suave-.

-No más que tú, vecina -me sonrie-.

Acerca su rostro al mio.

-Estás deslumbrante -me mira con los ojos muy abiertos-.

-Gracias -me sonrojo-.

Su boca se acerca poco a poco a la mia, estoy asombrada, és tan guapo y tan sexy... Estamos a punto de besarnos. ¿A qué espera? ¡Bésame ya!

Nuestros labios se rozan, y entonces... Suena mi tono de llamada. ¡Mierda!

-Perdona -le digo, avergonzada- és mi madre.

Me mira, muerto de deseo.

-No pasa nada. Cógelo -responde secante-.

Cogo el teléfono.

-Jessica, ¿dónde estás? -la noto precipitada-.

-Mamá, he salido a tomar algo con Kevin, siento no haberte llamado antes para decírtelo, no te preocupes, estoy bien -respondo rápido-.

-Vale, pásalo bien, te quiero -y cuelga-.

Kevin me está mirando fijamente.

-Ya són las 4:00pm, ¿quieres que te lleve a tu casa? -me pregunta, tímido-.

-No, porfavor, no quiero irme -le respondo-.

Se me acerca lentamente, creo que va a volver a intentarlo. Ésta vez no voy a pensarmelo. Me lanzo sobre él, y comienza a reirse a carcajadas. Tiene una risa muy contagiosa. Comienzo a reirme yo también. Entonces él me da la vuelta, me deja con la espalda en el mantel, se pone sobre mí y me immobiliza. Se me queda mirando. Sonríe, y finalmente me besa. Nos besamos. Un profundo e intenso beso. Ojalá fuese interminable.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora