Capítulo 36

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Saúl y yo subimos al coche y salimos a toda velocidad hacia el hospital. El trayecto se hizo un poco largo e incómodo, había mucha tensión en el ambiente y él no paraba de hacer muecas de preocupación. No quise añadir ni una sola palabra para no agravar la situación.

-Ya estamos aquí, vamos -baja de inmediato del coche y corre a abrirme la puerta- ¿Recuerdas el número de las habitaciones?
-Mi madre estaba en la 27, pero Kevin... No tengo ni idea, no me dio tiempo ni de preguntar -la verdad es que ni siquiera me preocupé por preguntarlo, estaba tan centrada en mi madre que se me olvidó por completo-.

Entramos al hospital y esperamos en recepción.

-Buenas noches, ¿en qué puedo ayudarles? -nos pregunta con una sonrisa la enfermera que nos estaba atendiendo-.
-Esta mañana han ingresado a mi hijo por 2 puñaladas que había recibido. Kevin, Kevin Gómez. ¿Está bien? ¿Cuál es su habitación? ¿Puedo verle? ¡Por favor! -responde ansioso y a la vez nervioso Saúl-.
-Kevin... -desliza el dedo por una lista infinita de ingresados, hasta que da con él- ¡Aquí está! Kevin Gómez, habitación número 13. Puede tranquilizarse, las perforaciones han sido profundas pero no han dañado ningún órgano interno. Pronto se recuperará -sonríe, y nos indica con la mano que sigamos el primer pasillo hacia la derecha-.

Saúl avanza a paso ligero, me cuesta seguirle el ritmo. Por fin llegamos a la habitación. Abre la puerta y, al ver que no le sigo, me pregunta que porqué no entro. Yo me limito a agachar la cabeza y negarlo con un gesto. La verdad que después de todo lo sucedido, prefiero mantener la distancia y quedarme mirándolo por la vitrina. Sí, es cierto que nos salvó la vida por decirlo de alguna manera, pero eso no quita todo el daño que me ha hecho durante este tiempo. La situación me supera. Saúl se sienta a su lado con cuidado y le aparta los mechones de pelo que le caían por la frente. Kevin estaba dormido y no pretendía despertarle. Me fijo en su abdomen, todo vendado y de un color un tanto rojizo por la sangre que las heridas desprendían. Me da lástima... ¿Pero cuando él me violó sin ningún miramiento, a caso se paró a pensar en mi? ¡No sintió ninguna pena! Únicamente pensaba en él. Es un cerdo egoísta.
-Pasamos un segundo por la habitación de tu madre y nos vamos a casa, ¿vale? -me dice mientras viene, y cierra la puerta de la habitación sin apenas hacer ruido-.
Asiento y sigo sus pasos. No soy capaz de articular ni una palabra. Aún me cuesta creer lo que ha pasado. Parece que la desgracia me persigue.
Llegamos a la habitación de mi madre y el rostro de Saúl se vuelve un tono más pálido. Le habían vendado prácticamente la cabeza entera, con unos hierros en la zona de la mandíbula que supongo que sería para que los huesos se soldaran y tuviera todo en su sitio. Solo se le ve la nariz, un ojo y la boca abierta. Entramos sin pensárnoslo.

-¿Qué clase de animal te ha hecho esto, cariño? -dice Saúl en un suspiro, mientras se acerca al cuerpo dormido de mi madre, y con la mano le hace una leve caricia en el hombro-.

Me rompe el alma ver a mi madre así. Las lágrimas empiezan a brotar de mis ojos y veo como a Saúl le cuesta contenerse, y se le escapa una.

-Es mejor que la dejemos descansar. Mañana a primera hora estaremos aquí. Vámonos -puedo percibir la tristeza y el dolor que desprenden sus palabras-
-Sí, vamos -le respondo-.

Volvemos al coche y pasamos todo el camino con un profundo silencio. Se nota que Saúl quiere a mi madre de verdad. Lo veo en sus ojos. Me hace feliz pensar que cuidará de ella mejor que nadie. Confío en él. Es pura bondad.
Ya son las 2 de la madrugada. Llegamos a su casa y Saúl me lleva a la habitación de invitados para que me acomode y deje todo lo necesario.

-¿Quieres tomar algo antes de acostarte? -me pregunta- Yo me voy a hacer un vaso de leche caliente.

La verdad es que no tengo apetito, tengo el estómago cerrado.

-Prefiero irme a dormir ya, pero gracias -sonrío, y me acerco a él para darle un beso en la mejilla, para que sepa que estamos juntos en esto- Y gracias también por dejarme dormir aquí, me siento mucho más segura, de verdad.
-No hay de que -me besa la frente- Mi casa es tu casa. Que descanses.

Vuelvo a la habitación y me desplomo sobre la cama. Estoy agotada. Noto como los ojos me empiezan a pesar, y caigo en un sueño profundo.
De repente, me parece escuchar la voz de Saúl hablando en un tono bastante elevado, me giro a mirar el reloj de la mesita de noche y indica las 5:15am. ¡Joder, qué rápido se me ha pasado! Odio que me despierten en mitad del sueño, porque luego me cuesta mucho volver a dormirme. Decido ignorarlo, me giro, subo la manta hasta el nivel de mi oreja, y me acurruco. Pero otra vez empiezo a escuchar ruidos en el comedor. Me levanto y salgo de la habitación para ver qué sucede.

-S...Saúl -digo, con sueño, mientras me froto los ojos- ¿Qué haces?
-¡Jessica, corre, vístete! ¡Ahora mismo iba a despertarte! ¡Me han llamado del hospital, por tu madre! ¡¡Dicen que ha vuelto a entrar en paro cardíaco!!

Todo el sueño que tenía, desaparece de mi cuerpo en un instante. Un escalofrío me recorre el cuerpo, y abro los ojos como platos. Corro a la habitación, me pongo lo primero que veo y salimos disparados para el coche.

ObsesiónWhere stories live. Discover now