Capítulo 7

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Se sentía descompuesta, los nervios invadían su estómago haciéndole imposible probar bocado. Aunque


ya había sido presentada a las personas que trabajaban en Pemberley, hoy tomaría el lugar como su


Señora y, para agregar tensión, irían a misa, donde sería la comidilla de todos los presentes.


-Elizabeth, ¿te sientes bien? No haz probado el desayuno- preguntó Darcy con cara de preocupación.


-Estoy bien- contestó tratando de disimular- Sólo no tengo apetito esta mañana.


Cuando el desayuno finalizó, los sirvientes trajeron sus abrigos, el carruaje fue llamado y, lentamente,


subieron a él.


La parroquia estaba en terrenos de Darcy, cuyo beneficio eclesiástico había sido adjudicado dos años


atrás al Sr. Neil, un hombre de unos 40 años, de firmes ideas tradicionalistas, quien vivía con su esposa y


sus cinco hijos.


Apenas bajaron del coche, la gente comenzó a mirar de reojo y a comentar por lo bajo. Los chismes se


habían disparado por la zona desde el momento en que el se conoció el compromiso del Sr. Darcy, con


una campesina pobre.


Se sentaron en el lugar que les correspondía, frente al púlpito, donde el señor Neil daba su sermón, Lizzy


trató de enfocar su atención en el discurso del vicario, pero era difícil lograr concentración con tantas


caras mirándola fijamente.


Al finalizar el servicio, los Neil, se acercaron a presentar sus respetos a los Darcy. La breve conversación


derivó en una invitación de cortesía para cenar en Pemberley. Los Neil estaban muy alegres, en los años


que llevaban allí, no habían sido invitados a la casa más de tres veces.


-Primo, tu repentina sociabilidad no me deja de sorprender- comentó el Coronel, haciendo una clara


alusión a la invitación que acababa de realizar.


-Creo que es mi obligación, después de todo, Elizabeth debe ir conociendo las personas con las que


tenemos trato.


A Lizzie no le agradaba la idea de pasar toda una velada con ese matrimonio. Aunque, por experiencia


previa, sabía que no era bueno emitir juicios sobre alguien al que no se conoce bien, el señor Neil le


parecía una persona con ideas anticuadas. Pero se guardó su opinión, después de todo, uno de los


deberes de su nueva posición, eran las obras de caridad, por lo que a menudo estaría en contacto con el


sacerdote.


Una vez en la casa, Richard y Fitzwilliam, salieron a cabalgar, Georgiana fue a practicar al piano y


Elizabeth fue con el ama de llaves, la Sra. Reynolds, a la cocina, para dar las instrucciones del día. Luego,


fueron a un pequeño estudio, cercano a la biblioteca, donde Lizzie conversó con la Sra. Reynolds sobre la


manera de trabajar en la casa.


No se sentía cómoda, más bien se veía como una intrusa tratando de conquistar tierras extrañas. La Sra.


Reynolds no recordaba cuándo su amo había sido tan feliz, debía remontarse a su infancia, antes de la


muerte de su madre. Por ello, amó a Elizabeth desde el momento que ingresó a la casa, decidiendo que la


ayudaría y defendería contra todos.


Programaron para la noche siguiente, el menú para recibir a los Neil, y también la cena de Nochebuena,


que era dos noches después. Este año, no se realizaría el tradicional baile de Navidad, los Darcy


deseaban privacidad.


Esa tarde, poco después del almuerzo, la Sra. Reynolds, entregó la correspondencia. Elizabeth no pudo


contener su alegría al ver que había cuatro cartas para ella. Se excusó y se retiró a su habitación para leer


tranquila las noticias de su familia.


La primera, era de su padre, una carta que expresaba lo mucho que sentía su ausencia y donde le


contaba el estado de los "nervios" de su madre. La segunda, era de Jane, "Oh, Jane, cuanto te extraño",


pensó mientras leía la carta de su querida hermana. La tercera era de los Collins, de Charlotte,


principalmente, donde le comunicaba que esperaba a su primer hijo.


Dejó para el final la lectura de la cuarta, antes de abrirla, cerró lo ojos y realizó una profunda inhalación.


Era de Lydia, y decía lo siguiente:


«Mi querida Lizzy:


Te deseo la mayor felicidad. Si quieres al señor Darcy la mitad de lo que yo quiero a mi adorado Wickham,


serás muy dichosa. Es un gran consuelo pensar que eres tan rica; y cuando no tengas nada más que


hacer, acuérdate de nosotros. Estoy segura de que a Wickham le gustaría muchísimo un destino de la


corte, y nunca tendremos bastante dinero para vivir allí sin alguna ayuda. Me refiero a una plaza de trescientas o cuatrocientas libras anuales aproximadamente; pero, de todos modos, no le hables a Darcy


de eso si no lo crees conveniente.»


Elizabeth estaba indignada, no podía creer lo desvergonzada que era su hermana, "Después de todo lo


que hizo Fitzwilliam por ellos", pensó tristemente. Sintió vergüenza por haber conectado a su esposo con


semejantes familiares. Los ojos se le llenaron de lágrimas, tal vez Lady Catherine tuviera razón y su amor


sólo traería miseria.


En ese momento, golpearon la puerta que comunicaba su habitación con la de su esposo, se secó


rápidamente las lágrimas y escondió la carta.


-Adelante- ordenó. Al momento ingresó Fitzwilliam, quien notó su cara de preocupación disimulada detrás


de una sonrisa.


-Mi amor, ¿malas noticias de Longbourn?- preguntó preocupado, aunque en la carta que él había recibido


de su amigo Bingley no decía nada sobre ello.


-No, nada de eso, sólo un poco de nostalgia- contestó mintiéndole. No quería hacerlo, pero tampoco


deseaba sumarle otra preocupación culpa suya.


-Si ese es el motivo, traigo una solución- dijo Darcy- Charles nos invita a pasar el Año Nuevo con ellos en


Netherfield, pasaríamos unos días con tu familia, antes de ir a Londres.


-¡Eso me hará muy feliz!- respondió, corriendo hasta él y dándole un fuerte abrazo. Lizzie se apoyó contra


su pecho y él apoyo su mentón sobre su cabeza. Aspiró el olor a lavanda del cabello de su esposa y la


besó en la frente. Sabía que ella estaba mintiendo desde el momento en que la miró y notó que, sus ojos


vivaces, estaban apagados. Pero no era el momento de presionarla para conocer el motivo, cuando ella


estuviera lista se lo diría.

Secuela de Orgullo Y PrejuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora