Entró silenciosamente al cuarto. Su esposo aún dormía boca abajo. Se acercó a la cama, agachándose
junto al rostro de él y besó su frente. Fitzwilliam abrió un poco los ojos, mientras se acostumbraba a la
claridad.
-Hola- murmuró- ¿Qué hora es?
-Tarde- respondió su Elizabeth- Prometí a Jane que la ayudaría con los preparativos, así que yo ya estoy
lista. Pero no quería bajar sin saludarte- diciendo esto, se levantó para retirarse.
-¿Eso es todo?- preguntó Darcy.
-Imagino, ¿deseas que envíe a tu valet?
-Sí, mándalo, pero antes de que te vayas te diré que creo merecer un saludo más expresivo.
-¿Más expresivo? Me parece que usted está exagerando, un beso en la frente es más que justo. Creo que
se da demasiada importancia- le dijo mientras se dirigía a la puerta.
-Ahora no soy importante, si no recuerdo mal, en algunos momentos de anoche era Dios- le respondió
sarcásticamente.
Elizabeth no se dio vuelta, no quería que viera la risa contenida. Cerró la puerta y se rió. Justo cuando
Caroline pasaba junto a ella.
-Buenos días, Sra. Darcy, ¿qué le ha resultado tan gracioso?
-Nada en particular, sólo un comentario de mi esposo- le respondió
-¿Han compartido habitación?, habiendo tantas disponibles no entiendo el motivo- comentó con tono
fastidioso.
-Claro que no lo entiende "querida" Caroline. Verá, si usted tiene la suerte de casarse enamorada de su
esposo, como lo hice yo, tal vez lo pueda entender- fue la contestación irónica de Lizzie.
Siguieron el camino hacia la sala de desayuno sin hablar. Era bastante obvia la ofuscación de la Srta.
Bingley.
Charles, Jane y Georgiana, estaban ya sentados en la mesa. Después de los saludos, Bingley preguntó
por su amigo.
-Ya está por bajar, recién envié a Andrew.
-Espero que esté todo bien- dijo Charles.
-Sí, perfectamente, sólo que se durmió un poco tarde- fue la contestación de Elizabeth, que se sonrojó un
poco al ver la mirada de su hermana.
Cuando estaban terminando de desayunar, llegó Darcy. Las mujeres se levantaron para realizar los
quehaceres del día y los dos hombres se quedaron conversando mientras disfrutaban del café.
Cerca del mediodía, Elizabeth, invitó a Georgiana a caminar un poco. Era un día bastante fresco, pero
soleado. Iban por el camino conversando, cuando fueron interceptadas por Fitzwilliam, quien paseaba con
uno de los perros de caza de Charles.
-¿Puedo acompañarlas?- preguntó ofreciendo su brazo.
-Claro- contestaron las dos jóvenes.
ESTÁS LEYENDO
Secuela de Orgullo Y Prejuicio
RomanceEstá historia no es mía, pero me ha encantado y me gustaría compartirla. Todo le pertenece a Jo Darcy (seudónimo). Esperó que la disfruten. Es la versión, que a mi parecer se ajusta mejor a la forma de escribir de Jane Austen.