"Entonces me miraste
ya o estabas gritando
estabas silenciosamente quebrado" Forgive me, Evanescence
No podía pensar. Parecía que la capacidad de razonar estaba suprimida por el intenso dolor que invadía
cada rincón de su cuerpo.
No recordaba haber llegado a su habitación, pero de pronto se encontró parada en medio de ella sin saber
qué hacer.
Se enjuagó las lágrimas del rostro y lo refrescó con agua.
-¿Qué haré ahora? Piensa- dijo en voz alta para obligarse a razonar.
Llamó a sus doncellas. Sabía lo que tenía que hacer. ¿Sería realmente capaz de hacerlo?
-Preparen mis baúles y los de los niños. Avísenle a la niñera Johnson que partimos de viaje
inmediatamente.
Las doncellas obedecieron y salieron murmurando hacia el vestidor.
Elizabeth se descubrió nuevamente sola en su dormitorio. La orden estaba dada, tenía que dejar
Pemberley. En la casa de Jane sería bien recibida, podría utilizar la excusa del próximo nacimiento del
bebé. Nadie podría hacer comentarios insidiosos. Más tarde pensaría lo que haría después que su
hermana tuviera al niño.
Los pasos de Darcy se escucharon por el corredor. Elizabeth salió como disparada a cerrar la puerta. La
que unía sus recámaras hacía semanas que permanecía con llave.
Golpeó la puerta con rudeza.
-¡Elizabeth! ¡Abre la puerta!- solicitó levantando la voz mientras intentaba en vano abrirla.
Elizabeth no respondió, estaba paralizada ante la perspectiva de enfrentarse a él y escuchar de sus
labios, esos a los que tanto amaba besar, la dolorosa verdad que acababa de descubrir.
-Tenemos que hablar. Te aseguro que la idea que te has hecho no es la correcta- dijo bajando el tono,
intentando parecer tranquilo.
Del otro lado, Elizabeth hizo una mueca de incredulidad ante esas palabras.
-¡Elizabeth, sé que estás ahí! ¡Romperé la puerta si es necesario!- anunció impaciente ante la falta de
respuestas.
Darcy se calló expectante. Escuchó la llave girar y deslizarse la traba de la puerta. Tomó el picaporte y
abrió.
Su esposa lo miraba con los ojos rojos de llorar y con una expresión en el rostro que revelaba un corazón
roto. Se sintió terriblemente mal al darse cuenta que él era el causante de ese dolor. Él, con sus estúpidas
decisiones.
Ninguno de los dos decía nada, Darcy luchaba con el impulso de abrazarla para calmar su dolor, pero
sabía que no sería una buena idea.
-Lizzie...
-¡No te atrevas a llamarme así! Sólo las personas que me aman tienen ese privilegio- lo interrumpió con
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Secuela de Orgullo Y Prejuicio
RomanceEstá historia no es mía, pero me ha encantado y me gustaría compartirla. Todo le pertenece a Jo Darcy (seudónimo). Esperó que la disfruten. Es la versión, que a mi parecer se ajusta mejor a la forma de escribir de Jane Austen.