Capítulo 64: CAPÍTULO FINAL

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Shhh! Creo que oí a John- dijo Elizabeth apartando a Darcy de un empujón y, sentándose en la cama,


comenzó a prenderse los botones que él le había desabrochado.


-Yo no escucho nada- se quejó Darcy, acostándose sobre su espalda en la cama.


Elizabeth seguía alerta a algún ruido que proviniera del cuarto continuo o del corredor, pero no escuchó


nada.


-Vuelve aquí- le susurró su marido rozándole la oreja para luego atraparle el lóbulo entre sus labios.


Elizabeth dejó escapar unos gemidos involuntarios mientras Darcy bajaba por su cuello y se dirigía a su


escote. Él la recostó nuevamente y comenzó la ardua tarea de despojar de las capas de tela que la


cubrían y llegar a su piel.


En medio de un beso hambriento, mientras las manos de Darcy se perdían bajo la falda de su esposa, una


vocecita los sobresaltó.


-¿Qué están haciendo?- preguntó John, que a sus cinco años, era muy apegado a la madre que lo había


criado como si fuera propio.


-¡Ey! ¡Hola!¿No te hemos dicho que golpees la puerta antes de entrar en la habitación?- dijo un exaltado


Darcy, mientras se cubría con un almohadón su visible excitación.


El niño los miró con sus ojos azules y sus rizos rubios cayéndole sobre la frente, con una clara expresión


de curiosidad.


-Mamá y papá estaban jugando- decidió decirle Lizzie, mientras intentaba arreglarse lo mejor que pudo.


-¿Puedo jugar con ustedes?- preguntó inocentemente.


-No, esta vez no. Además, deberías estar en clases con tus hermanos. ¿El Sr. Forster sabe dónde estás?-


indagó Elizabeth, levantándose para dirigirlo hacia la habitación que era utilizado como salón para los


niños.


-Nos dio un pequeño recreo a Will y a mi- respondió como todo un hombrecito y se dejaba conducir


afuera.


-¿Y James?- preguntó su madre.


-Jimmy volvió a portarse mal. El Sr. "Foter" se enojó con él y lo ha parado en el rincón- Elizabeth se rió


ante la mal pronunciación de John y suspiró al pensar en la rebeldía de su otro hijo.


-¡Sra. Marlow!- llamó a la institutriz de Georgiana- ¿Puede conducir al pequeño John a su clase?


-Sí, señora. Venga señorito John- dijo la muchacha tomándole la pequeña manito rolliza.


Elizabeth volvió a su cuarto, abrió la puerta y no pudo más que reírse ante la cara de frustración y fastidio


de su esposo.


-No me mires así. Te pregunté si habías cerrado la puerta y me aseguraste que sí- le dijo en tono burlón.


-¡No puedo creer que no pueda hacer el amor con mi mujer en paz!- dramatizó Darcy.


-No es culpa de John que su padre no pueda controlar sus impulsos a mitad de mañana- le respondió en

Secuela de Orgullo Y PrejuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora