Shhh! Creo que oí a John- dijo Elizabeth apartando a Darcy de un empujón y, sentándose en la cama,
comenzó a prenderse los botones que él le había desabrochado.
-Yo no escucho nada- se quejó Darcy, acostándose sobre su espalda en la cama.
Elizabeth seguía alerta a algún ruido que proviniera del cuarto continuo o del corredor, pero no escuchó
nada.
-Vuelve aquí- le susurró su marido rozándole la oreja para luego atraparle el lóbulo entre sus labios.
Elizabeth dejó escapar unos gemidos involuntarios mientras Darcy bajaba por su cuello y se dirigía a su
escote. Él la recostó nuevamente y comenzó la ardua tarea de despojar de las capas de tela que la
cubrían y llegar a su piel.
En medio de un beso hambriento, mientras las manos de Darcy se perdían bajo la falda de su esposa, una
vocecita los sobresaltó.
-¿Qué están haciendo?- preguntó John, que a sus cinco años, era muy apegado a la madre que lo había
criado como si fuera propio.
-¡Ey! ¡Hola!¿No te hemos dicho que golpees la puerta antes de entrar en la habitación?- dijo un exaltado
Darcy, mientras se cubría con un almohadón su visible excitación.
El niño los miró con sus ojos azules y sus rizos rubios cayéndole sobre la frente, con una clara expresión
de curiosidad.
-Mamá y papá estaban jugando- decidió decirle Lizzie, mientras intentaba arreglarse lo mejor que pudo.
-¿Puedo jugar con ustedes?- preguntó inocentemente.
-No, esta vez no. Además, deberías estar en clases con tus hermanos. ¿El Sr. Forster sabe dónde estás?-
indagó Elizabeth, levantándose para dirigirlo hacia la habitación que era utilizado como salón para los
niños.
-Nos dio un pequeño recreo a Will y a mi- respondió como todo un hombrecito y se dejaba conducir
afuera.
-¿Y James?- preguntó su madre.
-Jimmy volvió a portarse mal. El Sr. "Foter" se enojó con él y lo ha parado en el rincón- Elizabeth se rió
ante la mal pronunciación de John y suspiró al pensar en la rebeldía de su otro hijo.
-¡Sra. Marlow!- llamó a la institutriz de Georgiana- ¿Puede conducir al pequeño John a su clase?
-Sí, señora. Venga señorito John- dijo la muchacha tomándole la pequeña manito rolliza.
Elizabeth volvió a su cuarto, abrió la puerta y no pudo más que reírse ante la cara de frustración y fastidio
de su esposo.
-No me mires así. Te pregunté si habías cerrado la puerta y me aseguraste que sí- le dijo en tono burlón.
-¡No puedo creer que no pueda hacer el amor con mi mujer en paz!- dramatizó Darcy.
-No es culpa de John que su padre no pueda controlar sus impulsos a mitad de mañana- le respondió en
ESTÁS LEYENDO
Secuela de Orgullo Y Prejuicio
RomanceEstá historia no es mía, pero me ha encantado y me gustaría compartirla. Todo le pertenece a Jo Darcy (seudónimo). Esperó que la disfruten. Es la versión, que a mi parecer se ajusta mejor a la forma de escribir de Jane Austen.