Capítulo 14. Número de un asesino

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Estaba sentada leyendo un libro en aquel espacio del jardín que estaba escondido detrás de los edificios, donde había muchas flores y algunos colibríes pasaban por el lugar al notar que estaban casi abriendo los capullos ante lo que parecía ser la...

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Estaba sentada leyendo un libro en aquel espacio del jardín que estaba escondido detrás de los edificios, donde había muchas flores y algunos colibríes pasaban por el lugar al notar que estaban casi abriendo los capullos ante lo que parecía ser la llegada de primavera. En uno de los tantos banquillos, con espaldar y mesa, estaba sentada con un libro que tomé prestado de la biblioteca. Era un libro algo lento al principio, pero al menos había entendido parte de su metodología.

La brisa fresca volvía a soplar removiendo parte de mi cabello y lo colocaba detrás de mí para retomar la lectura hasta que llegara la hora de volver al recinto. Resultaba que encontrar el club me fue más sencillo de lo que pensaba, solo hice caminar por algunos pasillos mirando desde fuera los nombres que llevaban los salones.

¿Adivinen que club tomé?

Sí. El club de Pintura.

El salón al que menos quería pasar. Y esto porque sabía que lo seleccionaría después de tanto tiempo que había escondido ese deseo por practicar con las pinturas. A pesar de eso, solo hice abrir la puerta y notar el espacio para saber que me quería quedar.

Me inscribí y facilitaron la información de que podía empezar desde el próximo inicio de semana en horario muy conveniente para mí por las clases que cursaba ese día. Al salir del salón miré mi celular, eran las diez de la mañana, tenía unas horas de sobra en los que aproveché para desayunar y luego decidí buscar un libro en el que entretenerme.

Y seguiría siendo así de no ser porque alguien se sentó justo en frente de mí. Apoyó en la mesa un brazo y un hedor a cigarrillo llegó al instante a mí. Era un asco. Ni siquiera miré a la persona para continuar con mi lectura en espera de que se quedara callado o solo se fuera al percatarse de que no le prestaba atención.

—¿Qué tan entretenidas deben ser las obras de Homero para que ni siquiera levantes la cabeza?

Esa voz divertida me alertó y sentí mi corazón en la garganta. Inconscientemente, alcé mis ojos hacia su persona y mi boca se abrió sin saber qué decir. El miedo me invadió a pesar de que quería disimularlo, él sonrió al ver que no decía nada y movió a un lado su cabeza como si no entendiera qué pasaba.

—¿Kylee?

—Lo siento —apresuré a decir a pesar de la opresión en mi pecho que decía que me alejara de él—. Me tomaste de sorpresa.

—Lamento eso. —Su sonrisa perfecta salió a relucir—. Mi intención no fue interrumpirte, solo hacerte compañía y saber cómo estaba todo hasta ahora.

—Bien. Todo está bien.

—¿Sabes de la fiesta de hoy?

—¿La fiesta? Creo que me dijeron sobre una reunión o algo parecido en la casa del alcalde —me hice la desentendida mientras cerraba el libro tratando de memorizar el número en el que me había quedado.

Ideales [Terminada]  #PGP2022 Bilogía ✨ Inestables ✨Where stories live. Discover now