ᎷᎽ ᏌᏁᎥᏉᎬᏒᎦᎬ JJK (Gojo Satoru)

Capítulo 6

Seguía sentada en la orilla del arroyo, con los pies en el agua, hasta que volví a dejar que mis ideas tomen control de mis acciones.

¿Qué pasaría si intento controlar el agua del arroyo?

Moví mis pies para generar pequeñas hondas en el agua. Me quedé unos segundos admirando su claridad y me decidí.

Extendí mi brazo y estiré mi mano, dejándola relajada y jugando con la pequeña ventisca fría que pasaba entre mis dedos. Luego, me enfoqué en lo que quería que el agua hiciera para mí.

Comencé a mover mis dedos hacia arriba: quería que el agua subiera, y así lo hizo.

Se formó una figura extraña, como un brazo deformado que salía de ella, siguiendo mis movimientos. Hice uno circular con mi mano, provocando que la "figura" del agua se enroscara como si de un espiral se tratase.

—Increíble, Abi-chan~

Escuché lentos aplausos.

Bajé rápidamente mi mano, pero la forma del agua, por el contrario, bajó lentamente, a su propio ritmo.

Es como si tuviera vida propia pero me obedeciera por gusto.

Como yo con Gojo-sensei.

—¿Qué pasó con Yuji?

—Está aprendiendo a controlar su energía maldita.

—¿Él solo?, ¿cómo?

—Viendo películas... y con un pequeño amigo que le dejé.

Volteé a verlo, y lo primero que llamó mi atención fue el resplandor de su blanco cabello con la luz de la luna. Era hermoso.

Gojo-sensei se acercó hasta mí y se sentó a mi lado, pero sin meter sus pies en el agua, obviamente.

—¿No tienes frío, Abi-chan?

—No debo tenerlo.

El sonrió ante mi respuesta.

—Cierto, sería tonto. Pero que no debas no significa que no lo tengas.

—Gojo-sensei...

—¿Qué pasa?

—¿Cuál es mi situación según tú?

Me miró con un poco más de seriedad.

Tal parece que de verdad estuvo analizándome seriamente.

—Ya lo dije, no estoy seguro. —Volteó su cabeza al frente, pensando.

—¿Por qué no me lo has preguntado?

—Debería poder descubrirlo por mi propia cuenta —sonrió—. Además, no parecías tener muchas respuestas~

Me golpeó suavemente la frente con su dedo índice.

—No sabrás si tengo respuestas o no si no me preguntas —me crucé de brazos.

—Lo siento —volvió a sonreírme.

Alzó su mano hacia la venda negra que cubría sus ojos, listo para removerla.

Entreabrí mis labios por la sorpresa.

No puedo creer que vaya a ver sus ojos de nuevo...

—¿Qué haces?

Una vez que ya nada bloqueaba su vista, me quedé un poco paralizada por la impresión. Sus ojos eran únicos y hermosos. El hermoso cielo del Universo estaba reflejado en ellos, con nubes y todo. Fuertes y seguros.

Mi paraíso.

Él acercó su cara a la mía en exceso, casi rozando la punta de nuestras narices. Me puse nerviosa al instante, así que tuve el reflejo de retroceder, pero posó su mano sobre la mía en el césped, anulando mis posibilidades de apartarme.