3. Azúcar

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Narra Francia.

Salí de casa en cuanto escuché que el auto de UK se había ido; desde un principio pensaba en usar el transporte público, no quería que se ofreciera a llevarme ni nada por el estilo, no quería arruinar más nuestra relación.

Cerré con llave y caminé hacia la banqueta en dirección a la parada de autobús; la última vez me resultó bastante efectivo viajar en el así que esta vez también decidí usarlo.

Llegué a la parada justo a tiempo, el bus acababa de llegar, por lo que subí y el conductor me dió mi respectivo boleto; para mí suerte, no iba mucha gente así que fue fácil alcanzar un asiento cercano al botón de parada.

Miré por la ventana durante el viaje, y mi mente rápidamente comenzó a divagar con los recuerdos de lo que pasó en la mañana; algo de decepción cayó sobre mi, no debí hablar del amante de mi esposo, quizá ni siquiera debí haberle invitado una taza de té.

Moví mi cabeza de un lado a otro, no quería pensar en eso, no quería sentirme mal ni mucho menos arrepentirme, de cualquier modo, no se puede cambiar nada de lo que pasó.

Mi vista se concentró nuevamente en la ventana y en el paisaje que se podía ver pasar a través de ella.
Pasaron unos minutos antes de que pudiera ver mi parada así que me estiré un poco para alcanzar el botón y toqué una sola vez.

El bus se estacionó frente a la parada y yo bajé de él luego de pagar mi viaje.
Una vez estando en la acera, miré a ambos lados de la calle antes de cruzar y llegué al supermercado; es bastante conveniente que haya una parada de autobús justo frente al supermercado, facilita más llegar a el.

Caminé directamente a la sección de alimentos para buscar el azúcar blanco, fue fácil encontrarlo, aunque su estante era un poco alto para mí.

Miré hacia arriba un tanto frustrada, yo media 1.62 m, y el estante me quedaba muy alto.
Aún así, nomás quedó más que suspirar y tratar de estirarme para alcanzar un kilo de aquel azúcar. Pero definitivamente no lo iba a lograr.

—¿Necesita ayuda señorita? —una voz masculina me llamó la atención.

Volteé la mirada y me encontré con un joven güero, alto de ojos verdes y cabello corto pero levemente rosado color castaño claro. Él me miró con una bonita sonrisa en rostro, la cual provocó que me sonrojara un poco.

—Eh, bueno… —me quedé sin palabras un par de segundos, no solía hablar con muchas personas, me era difícil socializar—, no alcanzo —terminé de hablar un poco nerviosa.

Una leve risilla salió de entre sus labios y sin decir nada, se acercó al estante y con solo estirar su brazo fue capaz de alcanzar el azúcar. Lo bajó para mí y luego me lo entregó.
—Aquí tiene —me dijo sin dejar de sonreír, su voz me resultaba bastante tranquilizadora.

—Gracias —respondí aún sonrojada.

—No es nada —contestó—, hasta luego —es lo último que dice antes de darse vuelta y retirarse con su carrito de compras.

—Hasta luego… —hablé a lo bajo antes de tomar rumbo a la caja registradora.

«Sería bueno que hubieran más jóvenes como aquel chico», pensé.

Rápidamente pasé a pagar el azúcar y salí del supermercado; el azúcar blanco siempre ha sido más cara que la morena y honestamente prefería la segunda, pero a UK le agradaba más la blanca así que mejor compré esa.

Guardé el kilo de azúcar en mi bolsa y me encaminé a la banqueta para luego esperar a que el semáforo esté en rojo.

Entre todos los autos que pasan por la calle, un autobús llama mi atención.
«¿Qué no es ese el bus que debo tomar?», me pregunto a mi misma en mis pensamientos.

Otra oportunidad (Countryhumans • Francia • UK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora