31. Sentir

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Narra Francia.

Parece que fue ayer cuando eso sucedió…
Pero al parecer el tiempo nos distanció tanto de aquella época, la época en qué UK me amaba.

[ Pasado ]

Era una fría tarde de diciembre, la nueve caía y cubría el ambiente con un manto blanco y congelado.

Yo estaba sóla, mirando el bello paisaje de Londres trás la ventana cuando él llegó.

—Linda tarde, señorita —dijo sonriente al acercarse a mi lado.

—Linda tarde —respondí, últimamente nos habíamos reunido muchas veces, me alegraba verlo aunque tampoco sonreí por eso.

—Tengo ésto para usted —suspiró para luego mostrarme un tulipán rojo—, espero y le sea de su agrado.

Me sorprendió ver aquel detalle, no por otra razón sino porque en épocas decembrinas era imposible encontrar una flor como esa.

—¿Cómo la conseguiste? —pregunté al tomarla—, en ésta época del año es prácticamente imposible.

—No piense en eso, bella dama —dijo juguetón—, haría cualquier cosa por usted y eso lo sabe —sonrió.

Un sonrojo involuntario se pintó en mis mejillas y una leve sonrisa en mis labios; amaba cuando se portaba de aquella manera, en la que me coqueteaba y me dejaba sin habla.

—¿Le gustaría tomar algo conmigo? —cuestionó— ¿Un café? ¿Té? ¿Whisky? ¿Ron? ¿Vino? —me tomó de la mano— ¿Qué le apetece beber ésta noche?

—Tarde —le dije, fue muy fácil notar que lo confundí—, aún no es noche, sigue siendo tarde, y por mí, tomaré lo que tú desees.

Hubo un corto silencio, el semblante en su rostro cambió, parecía estar un poco avergonzado.
—¿Por qué siempre eres así? —preguntó.

—No entiendo —respondí, su pregunta no tenía nada que ver con el tema anterior.

—Siempre eres muy seria, te tomas las cosas muy literal y dejas a elección de los demás tus decisiones —colocó su mano en mi mejilla.

—¿Está mal hacerlo? —cuestioné nerviosa, no sabía que a él le disgustaba mi forma de ser.

—Francia… —suspiró y colocó su mano libre en mi otra mejilla—. Entiendo que lo hagas con la intención de no molestar a los demás; probablemente tus gobernantes te criaron para mantener una postura seria y no demostrar tus emociones para no incomodar a los demás, pero también debes dejar salir lo que llevas dentro… —me abrazó—, si estás triste, llora; si estás enojada, grita; si estás feliz, ríe. Pero no te quedes con las ganas de hacerlo.

Nunca nadie me había hablado de tal manera. Crecí con la idea de que yo tenía que ser una mujer fuerte, una líder, una princesa, alguien que debía actuar con rectitud y firmeza para guiar a mi gente; realmente nunca me tomé la molestia en demostrar lo que sentía, en demostrar otra cosa que no fuera seriedad.

—Pero yo… —hablé—, yo debo ser una líder, una mujer fuerte y firme.

—No —negó—, tú eres una mujer sensible con muchos sentimientos, sentimientos hermosos que están reprimidos; los gobernantes serán los que se encarguen de la gente y el pueblo, nosotros también tenemos derecho a sentirnos vivos.

Me quedé en silencio, un nudo se había formado en mi garganta y sabía que si hablaba se notaría.

—Estoy enamorado de ti, Francia —continuó—, te quiero y cada día hago un esfuerzo por qué tú me correspondas, pero me frustra ver que simplemente no tienes un verdadero punto de vista sobre mí; sí, me consideras tu esposo, pero solo porque nos obligaron a estar juntos… y yo quiero algo más allá de eso, más allá de un compromiso, una elección.

Tenía las lágrimas en los ojos pero me mantenía con la mirada hacia abajo, no quería que viera así, me daba un poco de vergüenza.

—Además —no se detuvo—, está bien tener cosas favoritas y elegir lo que te gusta o lo que prefieras; dejar que los demás piensen tus decisiones o elijan por ti no está bien.

Una de sus manos fue hacia mi barbilla e hizo que yo levantara la cabeza, para ese momento las lágrimas ya se habían hecho presentes. Me sentí tan avergonzada de que me viera así que intenté agachar la mirada de nuevo, pero de nuevo me detuvo.

—No, tranquila —me dijo—, está bien llorar, que no te de pena; estoy aquí contigo…

Lo abracé, lo hice con un poco de fuerza y traté de ocultar mi rostro en su pecho. UK pensaba que no tenía sentimientos hacia él, algo que era completamente absurdo; todas esas veces que había invitado a bailar, a cenar, beber, siempre las tuve presentes en una parte de mi corazón, pero me daba un poco de vergüenza tener que expresar lo que sentía… además de que no sabía cómo hacerlo.

Sentí como sus brazos me apretaban levemente como sus labios me besaban la frente, nunca me había sentido así. Me sentía feliz, nerviosa y a la vez triste; pero al final de los casos, me sentía bien de poder expresar mis emociones.

—Te preparé un café con leche —susurró—. Sé que te gustan las cosas dulces, así que experimenté un poco con el café —rió—, realmente eso te iba a dar de tomar, ¿Quieres venir?

Asentí con la cabeza, no tenía voz para hablar.

Me tomó de la mano y me llevó hasta un sillón frente a una mesita de noche, sobre ella había una taza de café y una de té.

Jalé la de café y bebí lentamente, realmente tenía un buen sabor, parecía que se habían pasado de azúcar pero realmente no era molesto.
—¿Lo preparaste tú? —pregunté.

—Sí —sonrió para luego tomar del té—, ¿Sabe muy mal?

—No —sonreí—, me gustan las cosas dulces, es mi favorito.

—¿Es enserio? —cuestionó—, digo, realmente no tienes que sentirte obligada a decirlo, si no te gusta simplemente dilo.

—Sí me gusta —volví a beber—, es mi preferido por dos razones, porque es dulce y porque mi persona favorita lo preparó para mí. Simplemente es perfecto.

—¿Eso fue alguna clase de coqueteo? —rió un poco.

—Probablemente —respondí con un leve sonrojo.
Nunca me había sentido tan libre de expresarme…

Otra oportunidad (Countryhumans • Francia • UK)Where stories live. Discover now