33. Mi elección

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Narra Francia.

Después de bailar aquella pieza con Reino Unido, volví a mi mesa y me senté al lado de mi acompañante, quien mantenía la mirada baja mientras un semblante de desánimo pintaba su rostro con una muñeca fruncida.

—¿Sucede algo? Dim —pregunté con preocupación, no lo había visto así.

—Para nada —respondió al enderezarse y mantener una buena postura—, ¿Nos retiramos o prefieres esperar?

—Deja que me despida —sonreí para mí pareja, pero contrario a lo que esperaba, no recibí una sonrisa de vuelta.

Aún así, me levanté de la silla y le ofrecí mi mano al de cabellos ondulados.
—Ven —le dije—, quiero estar con mi novio cuando me despida de mi exesposo.

Una bella risilla salió de entre sus húmedos labios y me trajo cierto sentimiento de paz y vacío en el estómago, ¿Cómo le llaman? ¿Mariposas?

Se levantó de su asiento y tomó mi mano entrelazando sus dedos con los míos, aferrándose a mí con ternura.

Nos encaminamos hasta donde se encontraba el anfitrión de la celebración; quien aún estaba a solas, sin señales de que su pareja estuviera cerca de él.

Le solté la mano a mi pareja y mantuve mi espalda recta para evitar verme encorvada, no quería reflejar sensibilidad ante el hombre al que una vez le entregué todo de mi.

Di un par de pasos y le llamé la atención al recién casado tocando su espalda con la punta de mi dedo índice.

Rápidamente obtuve su mirada y, con ello, una sonrisa tierna de su parte; sin embargo, decidí mantenerme firme ante sus intentos de tregua, no tenía resentimientos hacia él, pero tampoco quería que todo siguiera "igual que antes", igual que antes de que me traicionara.

Pero tampoco quería lucir de piedra o fría, por le que le dediqué una última sonrisa de cariño; sabía que estaba mal demostrar aquel sentimiento hacia él porque se supone que ya no es "para mí", pero tampoco puedo olvidar a mi persona favorita en tan poco tiempo.

Así es, aquel sentimiento que ese hombre provocaba en mi con cada sonrisa que pintaban sus labios aún lo sentía,  seguían causando un escalofrío en mi cuerpo, aún me erizaba la piel.

Y es que…
Hacía tanto tiempo que no me sonreía de tal manera, en qué no se le notaba alegría de verme; probablemente era por la formalidad del evento que se mantenía sonriente frente a mí, pero mi blando corazón aún seguía creyendo en qué era un sentimiento sincero por parte de él.

—Me tengo que retirar —le dije—, nos veremos en otra ocasión distinta; agradezco la invitación y la manera en que me atendieron, felicidades.

Fue fácil notar que se quedó estático durante un par de segundos, pero rápidamente tomó la palabra.

—Para nada —respondió, manteniendo aquella sonrisa que durante tanto tiempo no veía—, gracias a ti por venir y disculpa si la invitación te pareció ofensiva, sabes que Argentina suele ser indecente respecto a su actitud de vez en cuando.

Reí levemente, no quería mostrarme grosera ni difamar al argentino, pero sí era cierta la parte en que habló sobre la inmadurez del muchacho.
—No tienes de qué preocuparte —extendí la mano—, espero y te agrade mi regalo.

El contrario asintió con la cabeza y procedió a estrechar mi mano, para luego, dirigirse a mi acompañante y también despedirse de él de la misma manera.

No dije nada más, no habían palabras que decir; me sentía cansada de utilizar los tacones durante todo el día, por lo que solo quería regresar a casa.

Otra oportunidad (Countryhumans • Francia • UK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora