32. Boda

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Narra UK.

Todo me tenía estresado; era el día de mi boda con Argentina, la ceremonia ya había terminado y ahora todos estaban en el festejo degustando de la comida en un salón que renté.

Sin embargo, todo era un total desastre, o al menos así lo veía yo. Le había dicho a Argentina que él podía invitar a quien quisiera, estaba ocupado con el trabajo así que dejé las invitaciones a su cargo, pero al parecer se había excedido.

Habían demasiadas personas, creo que la mayor parte de la compañía estaba presente. Todos los meseros estaban como locos de mesa en mesa intentando atender a los invitados.

Y toda la responsabilidad recaía sobre mí; los camareros que contraté me pedían instrucciones, los invitados no paraban de llegar y, para colmar el vaso, no podía encontrar a Argentina.

—Hey —finalmente la voz de mi esposo se hizo presente, volteé la mirada y me topé con él—, me llamó la encargada de la mesa de dulces, dice que la fuente de chocolate se ha terminado y me preguntó si debía llenarla, le dije que sí pero eso tendrá un costo extra; te pido que te encargues de pagarle luego de que todo ésto termine.

—Al fin apareces —suspiré molesto.

—¿Me escuchaste? —me ignoró—, tienes que pagar por la fuente de…

—Sí, sí, ya oí —levanté levemente la voz con enfado—. Ya tengo bastantes presiones, por favor no me vengas con tus cosas ahora y ayúdame con los meseros e invitados.

—¿Disculpa? —rió levemente—, tú los contrataste, hazte responsable y deja que disfrute de la fiesta de mi boda.
Y sin más, el sinvergüenza se marchó entre la multitud y me dejó sólo de nuevo.

«Carajo, carajo», maldije internamente, ni siquiera se tomó la molestia de escucharme, aún me faltó quejarme de tantos invitados.

Traté de guardar la calma, también tenía derecho a disfrutar de la fiesta, estar estresado no serviría de nada; después de todo, podría reclamarle después.

Suspiré profundo y me dirigí a la entrada del salón, alguien debía recibir a los recién llegados y al parecer Argentina no me iba a ayudar.

Recibí a varios invitados que ni siquiera conocía, la mayoría preguntaban por mi esposo pero yo no tenía ni la menor idea de dónde se encontraba; simplemente sonreía con incomodidad y les respondía: «está ocupado en la cocina».

Todo iba relativamente bien, hasta que alguien inusual me saludó con cortesía.

—Linda tarde —dijo al entregarme su bolsa de regalo—, y felicidades por la boda —ella venía acompañada.

—Gracias —respondí mientras recibía el obsequio—, muy amable de tu parte, Francia.

—No es nada —respondió sonriente—. Él es Dimitri —continuó por presentarme a su acompañante—, espero que no sea molestia que lo haya invitado a venir.

—No —negué de inmediato—, para nada, es un placer Dimitri —y estrechamos nuestras manos.

—El placer es mío —respondió el sujeto.

Se trataba de un hombre alto, caucásico, de ojos verdes y cabello castaño rubio y levemente rizado.

—Tambien es mi representante —soltó la señorita.

«Con que él es…», pensé.
Lucía como un buen tipo, al menos esa fue mi primera impresión de él.

—Bueno —Dimitri habló—, será mejor que dejemos que haga sus cosas —y colocó una de sus manos sobre la cintura de la francesa—, nos vemos señor UK.
Y de esa forma, la guió hasta una de las mesas.

Otra oportunidad (Countryhumans • Francia • UK)Where stories live. Discover now